"Vuelve hacia atrás la vista caminante, verás lo que te queda de camino"
Unamuno.
Esta entrada, la última, está cargada de buenas intenciones, unas con forma de nubes; las más, con la paleta de colores de las miles de flores que revestían los barrancos rojizos, arenosos, de Almedina.
Para concluir este camino por el blog he elegido este pueblo por la querencia que le profeso a su paisaje, porque la soledad lleva su nombre, porque el arte se llama Yáñez; el agua, fuente del Emperador; el calar, el de las Cruces; los barrancos, de la Novella...Existe un laberinto de túneles que sujetan las viviendas apiñadas del pueblo, una paisaje excesivo que engloba a otros muchos; un misterio, el de los montes rojos, que aún nadie ha sabido explicar, lo que intuyo como minas a cielo abierto...
A finales de abril se me presentó este campo revestido de un colorido excepcional, algo que nunca hubiera imaginado, de ahí que, poco a poco, les deje, una por una, cada flor que vi en este intenso recorrido, me tomaré tiempo, el último, para ir colocándolas.
El mundo se detiene cuando algo te hace sentir felicidad.
Iniciaremos el camino a la altura del punto limpio de la población, una senda, paralela a la carretera, nos llevará a cruzar el río Guadalén que en esta ocasión es fácil vadear.
Una alfombra de margaritas.
Papaver rhoeas, amapola, ababol.
Sobre la arenisca es un placer caminar.
Anacyclus clavatus, manzanilla de los campos.
Anagallis foemina, hierba de la Pulmonía.
Diplotaxis tenuifolia, oruga silvestre, mostacilla.
Carduus pycnocephalus, cardo de calvero.
Scorpiurus muricatus, granillo de oveja.
A la derecha iríamos hacia el Pizorro del Comendador.
Me voy hacia la izquierda, el camino retornará a Almedina.
Sonchus tenerrimus, cerraja menuda.
Onobrychis viciifolia, esparceta, pipirigallo.
Helianthemum apenninum, rosa de las rocas blancas.
Paronychia argentea, sanguinaria.
Hippocrepis comosa, herradura.
Me parece increíble cómo se tapiza la arenisca con esta diversidad de flores, la retama es el único arbusto que crece en los valles. Alguna encina aislada puedo ver desafiando la pendiente.
Echium vulgare, viborera.
Onosma tricerosperma, ojo de lobo.
Teucrium capitatum, poleo montesino.
Muscari neglectum, nazareno, jacinto de parra.
Ophrys lutea, abejera amarilla.
La flor predominante en los barrancos es la Teucrium pseudochamaepitys.
Es tarde de tormentas, van descargando las nubes sobre los pizorros, pronto llegará el agua hasta estos confines.
No piense el viajero que estas ondulaciones son todas fruto de la erosión, no, la escoria campea a sus anchas por cada "ola" del terreno.
"No hay duelo que no hable"
H.W. Longfellow.
Ophrys speculum, orquídea del espejo.
Euphorbia cyparissias, lechetrezna.
A la derecha, campo de cereal.
Me voy acercando a la montaña roja.
Papaver hybridum, amapola mestiza.
Lomelosia simplex, escabiosa.
Iberis sempervirens, cestillo de plata.
Anchusa undulata, chupamieles ondulada.
Sanguisorba minor, pimpinela menor, hierba del cuchillo.
Silene colorata, colleja colorada.
Llego al arroyo, uno de los muchos que riegan estas tierras rojizas.
Astragalus garbancillo, garbancillo.
Astragalus cibarius?
Astragalus danicus?
Vicia sativa, arveja.
Camino por el cauce intentando encontrar la senda de acceso al monte descarnado.
Lotus corniculatus, zapaticos de la Virgen.
Mariposa.
Como si un cataclismo hubiera volteado arena, grava, metales...es esa la sensación que notas. La que te deja el paisaje, una mescolanza entre soledades y abismos, desesperanzas y sin embargo, partes cargada de recuerdos.
"Los viajes son los viajeros. Lo que vemos no es lo que vemos, sino lo que somos"
Fernando Pessoa.
Aquí el tiempo se detuvo a pesar de ese movimiento continuo de estas "dunas" en los barrancos.
Aquí que caminar se hace complicado.
Sobre la cima, margaritas oteando el horizonte.
Scorzonera hispánica, salsifí.
Imaginemos esta montaña con bastante más altura, en su cima veríamos grandes losas y cobre en estratos, el hierro como parte de rocas y la calcita emergiendo entre la arenisca.
Leontodon longirostris, apatita.
Imaginemos que nada de lo vemos ahora fue antes.
La escoria de hierro se encuentra en abundancia.
Euphorbia tirucalli, antena.
La tormenta está cada vez más cerca y no tengo más remedio, ¡cómo pesa el abandonar este paisaje!, que darme la vuelta. Ignoro cuál será el comportamiento del agua sobre los barrancos.
Días más tarde regresaré porque he dejado demasiadas flores en el recorrido.
Thymus zygis, tomillo salsero.
"Abandona los grandes caminos, sigue los senderos"
Pitágoras.
Anacyclus radiatus, margarita amarilla.
Scrophularia canina, ruda canina.
García Márquez.
La pequeña y antiquísima villa de Almedina se yergue sobre un cerrado, parte de sus casas se disponen en laderas, bajo ellas, hay varios túneles y cuevas.
Imponente.
Hypecoum procumbens, pamplina.
Desde cualquier ángulo que vean Almedina les parecerá maravillosa, es así, no pueden marcharse de aquí sin callejear, sin admirar los cuadros en azulejos del pintor renacentista Yáñez, sin buscar sus miradores...
Stefan Zweig.
28 de abril 2024.
In memoriam de Miguel Mesa.