viernes, 1 de abril de 2016

BAGÜESTE. HUESCA.



Muros delimitando caminos, cercando huertos, sujetando la tierra para poder cultivarla. Muros que devienen en recias paredes de casas preparadas para combatir los rigores del invierno,  muros que fueron la base de una abadía en un lugar remoto en la Sierra de Guara.
 Se perderán tantas cosas con el paso del tiempo pero nada podrá derribar estos muros que son parte de Bagüeste.
Bello pueblo que se encuentra entre las cuencas de los ríos Balcés y Mascún, esta última palabra significa "lugar habitado por los espíritus", puedo dar fe de que eso es cierto.
Desde Las Bellostas parte un sendero circular con marcas del GR-1 de unos 7 km .Tiempo estimado para realizarlo imposible de medir, algo termina atrapándote en Bagüeste como si quisiera dejar de estar deshabitado. El camino de vuelta se presenta equívoco, forma parte del plan. Un lugar tan hermoso no debería perderse nunca.




Bonita aldea de Las Bellostas.




Bajo un sol implacable, observo al fondo un mar de montañas.






Sin sombras aparecen quejigos aún desnudos y manchas de verde boj.




El río Balcés baja impetuoso, busco un buen paso, el agua gana, finalmente moja mis pies.




La nieve atrae mientras el camino se hace largo.




Un primer encuentro, elevada como vigía, la ermita de San Miguel.




 Cuentan que cada día un vecino debía encender una luz para que la llama no se apagase nunca.





Podemos admirar restos de las pinturas que cubrían sus paredes.





Descendemos para buscar el camino que nos lleva a Bagüeste.





Los muros nos acompañan.





Contó con 9 viviendas habitadas.





Recias paredes que se resisten a caer.





"El puntón del castillo", posible emplazamiento de una atalaya de la que no quedan restos. 





La iglesia de San Salvador emerge entre las ruinas.





Vivían de la agricultura, ganadería y de fabricar utensilios con madera de boj.





Casa con aljibe.




Desde cualquier rincón vemos la iglesia.





     Detalle de un tejado.                                               




                                           Paredes que no se dejan vencer.

                                   


 Restos de la abadía.





La torre se conserva en perfecto estado.





Entrada al templo, han caído las dovelas, ¿cómo sería la clave?.





De mediados del siglo XII, perteneció a la Orden del Hospital de San Juan de Jerusalén.
                                   


 

Detalle del techo.





Pila bautismal bajo lo que queda del coro.





De nave única acabada en ábside cilíndrico con capillas laterales.





Sin duda, lo mágico de este lugar se encuentra en el interior del vano absidal.





Tan esquemático es que resulta difícil interpretarlo.




Lo que queda del coro.





El tiempo se detiene de nuevo dentro del templo. Quedan tantos detalles por observar.





Dejó de manar agua de la fuente.





Otra perspectiva de la iglesia.





Vigía del camino. Cuesta partir y perderla de vista. 




Muros que encierran a Bagüeste.




Perdurarán a lo largo de la vida porque fueron hechos sin prisas, no para ser admirados sino para ser útiles.




El río encañonado con pozas para el baño.





              Nos recibe Las Bellostas.

   Marzo 2015.



Imprescindible:
Románico aragonés.


2 comentarios:

  1. Cuesta partir cuando estas viendo una imagen que te colma. Se muy bien lo que dices.
    Maravilloso relato ilustrado el que haces de tu visita a Bagüeste. Tiene uno la sensación de que te va acompañando virtualmente desde que sales de Las Bellostas por la manera tan bonita que tienes de contarlo.
    Conocí este lugar en los años 90 en una caminata que terminó en Otín pasando también por Letosa.
    Tengo vagos recuerdos de este lugar porque no he conservado imágenes que me lo recuerden.
    Preciosas fotos de la iglesia, tanto exterior como interior. Se lleva todo el protagonismo del lugar.

    Enhorabuena por este bonito reportaje.
    Saludos.

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    1. Es lo que tienen los despoblados de Huesca, algo único, esa nostalgia que te dejan. Voy cada año porque necesito llenarme de esas imágenes que perdurarán para siempre en mi memoria.
      Volveré para hacer el recorrido que tu hiciste. Otín se quedó pendiente y tantos otros, que sin prisas, necesito conocer.
      Muchas gracias por tus palabras.
      Saludos.

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