domingo, 30 de abril de 2017

LA GARGANTA. UNA CORTIJADA ENTRE MONTAÑAS. HORNOS DE SEGURA. JAÉN.

Subamos, te indico, hagamos la circular del Yelmo Chico, hoy no tengo muchas ganas de andar, una ascensión fuerte acabaría agotándome,  además hemos decidido que cada fin de semana iremos coronando una montaña, da igual que sea de Jaén que de Albacete. Ya hemos señalado en los mapas cada vértice geodésico, para ti se trata de una especie de colección, los subirás todos. Para mi representa el hecho de poder acompañarte, mientras caminamos no hablarás, cuando alcances la cima empezarás tu pausada charla con una larga lista de inquietudes, no te cansarás de contarme tus proyectos, y  yo de escucharte atenta, así sabré que aún mantengo lazos contigo, que a pesar de tus 20 años aún te gusta caminar con tu madre. Por ti subiré a La Sagra y mientras lo hago, iré jurándome que si lo consigo no dejaré de ver montañas, de sentir ese vértigo, de desplazarme como el vuelo de un águila a cada cima. Las que yo vea a partir de ahora, en soledad, tú las contemplarás a través de mis ojos, solo que no habrá foto en ningún vértice, sabes que huyo de protagonismos. Cuántas veces te he dicho que éso no importa, que el valor del esfuerzo está en uno mismo, no en lo que opinen los demás. Que lo que nos debe distinguir sea la modestia, recuerda que el sol sale para todos, que se esconde y apaga igualmente para todos.
Pero el tiempo intercala momentos, ésos que nos retrotraen a experiencias vividas anteriormente.
Miro hacia el jardín y veo que la robinia cargada de flores se mece al compás de la lluvia, sale el sol y el arco iris se despliega para que lo fotografíe y dentro de un brevísimo instante tu puedas verlo allí,  tan lejos, porque ésto que te ofrece un móvil solo te permite que disfrutes de las imágenes pero no que puedas apreciar un olor, ahora que el tomillo se viste de flores blancas y moradas, que las encinas mojadas cuelgan sus inflorescencias a modo de pendientes... podré mandarte por whatsApp las imágenes que capto cada día en mis paseos o la primera instantánea de esa cima o de esa aldea que no compartirás conmigo,  pero no podrás inhalar el aroma del celindo, del espino, de  la robinia, del rosal, del cantueso...esos olores se quedarán al otro lado del teléfono guardando largas distancias, quizás allí donde estés no los encuentres. Piensa que siempre puedes volver a inspirar su fragancia.
Sé que no conseguiré convencerte, que de nada sirve que te muestre que los rincones que aquí tenemos son únicos e intransferibles, que la tranquilidad se mide con versos callados, que el silencio se esconde tras cada habitación en la que descansa el sigilo de tu paso, que voy dejando que la parra virgen o la hiedra tape mis ventanas porque la luz la necesito fuera, en cada salida diaria, porque para escapar me sobra tiempo. De paseo soy golondrina que juega a rozar el suelo o soy la avena que esta primavera no ha crecido o soy el color de la aliaga que matea para dar su amarillo al verde empobrecido del campo. Es abril pero parece junio, los tonos se desvanecen deprisa , la falta de agua deja ver las antiguas carreteras que quedaron sepultadas bajo los pantanos. Ahora que sueño que quiero escapar hacia el norte, allí donde la lluvia verdea los prados, me pregunto si todos huimos de una manera u otra,  qué será de nuestro campo, quién cuidará de los olivares, de los almendros, de los pastos, de los rebaños...es lo que me pregunto cuando visito una aldea abandonada, ¿enmudecerán las paredes de los pequeños pueblos de idéntica forma?. Si todos huimos sin mirar hacia atrás, porque no nos gusta el presente, ¿qué responderemos cuando nos interrogen el por qué lo hicimos?
Hijo, no me hago preguntas acerca del pasado, elegí mi primer trabajo en aquel lugar que nadie quería, un pueblo pequeño. Sabes, si volviese atrás, iría de nuevo allí, no lo dudaría.
Siempre acabamos marchándonos, eligiendo brillantes opciones, que pueden invalidar nuestro caracter. Algunas impuestas, otras tras una carrera alocada sin sentido ni premeditación, acabamos partiendo porque nos da miedo lo desconocido,  porque no tenemos las cosas claras. Podemos ser indecisos o podemos ser valientes pero sin una base que nos sostenga. Somos  como la tinta que se diluye por el agua derramada. Pero más tarde acabamos siendo nostálgicos de lo que dejamos, de lo que perdimos y pasamos a añorar y dejamos paso al resentimiento, a la culpa, a la duda.
Nos equivocamos tantas veces, tan a menudo, que lo único cierto es que estemos donde estemos la felicidad se nos volverá inalcanzable.
No hay carreras en las que participar, ni ganadores ni vencidos, todo es más sencillo, mirar no es solo ver, hay que sentir. Decidirse, tomándose su tiempo, es la mejor de las opciones. Barajemos pués las cartas que nos unan y apartemos las que nos separan.




Pero retrocedamos en el tiempo, estamos en diciembre y nos detenemos para inmortalizar la bellísima imagen de Hornos de Segura. Otras veces hemos paseado por sus calles o su interesante castillo. Una visita con todos los ingredientes para pasar un día especial.




El Tranco ahora está reflejando el paso de las nubes.




Llegamos a la bonita aldea de La Capellanía, allí comienza el PR-A 150 Circular del Yelmo Chico, una fácil ruta de 15 km y unas 4 horas de delicioso camino.



Un paseo con vistas, unas veces nos asoma al Tranco, otras al bosque de pinos, encinas, robles...



Sabías que hoy solo quería pasear y aceptaste este sencillo recorrido.



Se agradece encontrar una fuente.



No desentona para nada con el paisaje.



Y es aquí donde la sorpresa de lo inesperado estremece, una cortijada abandonada. Desconocíamos que se fuese a producir este feliz encuentro. Nos quedamos con tu imagen y ubicación en la memoria para regresar a verte.




El mar no solo es de agua y barcos y peces...aquí es de montañas que como olas mecen las miradas. Nos sentamos para no marearnos por el suave oleaje de tus cimas.




Tú debes ser el Yelmo Chico...



...y tú un roble en esa posición inverosímil que intenta evitar la caída.




Estamos en diciembre y tu color denota el paso rápido que te deja desnudo para abrazar al invierno.




De regreso a La Capellanía...



...le dedicamos unos minutos para disfrutar de sus blancas fachadas.



De regreso, los ciervos levantan en ágil carrera las últimas horas del día.

5 diciembre 2014.

Un día por medio y volveríamos. Hay muchas maneras de regresar, con el pensamiento, a través de una ficción, ese libro donde quisiéramos que nos alojasen. Siempre he creído que existen esos instantes en los que nos podemos entrecruzar e intercambiar. Podría ser posible que en éllos ocurriese ese eventual milagro de reencontrarnos y olvidar el futuro para poder vivir en el pasado.
Doy paso a las palabras del poeta, dan cobijo a mi desamparo. Representan el acierto del que conociendo al hombre aún sigue creyendo en él.

"Ahora que dicen".


"Ahora que todo el mundo dice que el futuro está afuera,
yo os digo lo contrario: volved, volved,
cambiemos el país de arriba abajo.
Ahora que todo el mundo piensa
que las oportunidades están en otros países
y en otros lados, yo os digo algo diferente:
no os vayáis, quedaos,
cambiemos el país de arriba abajo.
Cambiemos si es necesario las leyes.
Cambiemos la manera de hacer política.
Cambiemos entre todos para superar
-pero esta vez para siempre-
la ambición mal disimulada,
la corrupción y la demagogia
que se confunde con el interés de unos pocos,
por lo general, los mismos de siempre.
Ahora que todo el mundo piensa
que hay trabajo en otros lugares
alejados del nuestro, no os vayáis:
quedaos para trabajar por un mundo mejor
por unas ciudades mejores, por unas casas
con las ventanas limpias y transparentes
y unas puertas abiertas a un futuro
más cercano y comprensible.
No os vayáis, volved si os fuisteis
para que entre todos cambiemos el país
y con todo- con poco o con mucho-
aportemos nuestro granito para que cambie el mundo.
Da igual que tengas ochenta, sesenta, cincuenta,
que sean cuarenta, treinta o veinte años,
quédate con nosotros, no te vayas,
vuelve si te fuiste, regresa si te has ido,
que no es necesario marcharse para alejarse del problema
con la intención de buscarse una salida
-por muy aventurera que sea-.
Quédate a cambiar el mundo desde tu casa, tu barrio,
desde tu esquina, tu iglesia o tu trabajo:
a cambiar lo que hace tiempo debía haber sido cambiado
y se nos olvidó hacer
hasta que todo se derrumbó bajo nuestros pies
y nos enfrentó a un espejo
con lo peor de todos nosotros.
Ven, vuelve, quédate, regresa si te fuiste,
cambia, finalmente, junto a nosotros,
que necesitamos de tu cambio
para cambiar esa imagen del espejo
que ha de devolver la dignidad a todos".


Kepa Murua.





Es hora de regresar, las nieblas que cubren el pantano se levantan majestuosas simulando montañas de vaho.




Hemos aparcado en la carretera A-317, en un ensanche. Descendemos hasta llegar al arroyo que drena sus aguas al de la Garganta.




Este es el difícil acceso a la cortijada, en continuo ascenso.




En una situación privilegiada, se despereza La Garganta.



Es diciembre y los árboles se muestran algunos sin hojas con lo que dificulta el saber su nombre, los amarillos son robles.




En el año 1863, según el "nomenclator de los pueblos de España" contaba con 6 edificios.




Indispensable el horno, como las eras, como la fuente, que por cierto aquí no encontré. El arroyo pasa cerca.



Como el azul de sus viviendas, como la búsqueda de identidades, de signos que me hablen de ti.



Colecciono ventanas, enmarcadas por listones, por piedra de toba, por ladrillo, por sillares o adobe...




Ventanas que son cuencos vacíos sin globos oculares pero llenas de paisaje, empantanadas de exuberante vegetación, de montañas cambiantes según la luz del día...



Algunas, tozudas, se cierran para siempre guardando el luto interior.



El Yelmo Chico te acompaña y protege de los vientos que arrecian por estas altitudes.



Entre tus piedras amontonadas sin rigor ni orden crecen altivos los árboles que nadie plantó, que enraizaron desde semillas que el viento trasportó para ocupar la desolación que queda cuando todos se marchan.



Una cortijada entre montañas, con vistas a un horizonte encorsetado por ondulaciones de olas de piedra y cielo.



La noguera omnipresente en cada lugar que estuvo habitado de estas sierras.



Viéndote ahora me doy cuenta de que tengo que volver a verte, que se me pasaron detalles, que necesito estar a solas contigo.



Pienso que el clima no debió ser tan riguroso como imagino para ti, que ventanas amplias y muros no con excesivo grosor así lo indican.



Ventanas de días azules, de días ocres,de días de tormentas y nieve. Resquebrajadas por el acomodo intemporal del orden impuesto por la naturaleza.



De muros atacados por enemigos invisibles que aciertan únicamente cuando nadie los ve.



Amarilleas con los últimos despuntes de un otoño benévolo y olvido tu nombre porque me cuesta recordar.



Vasto oficio el de tener que reconstruir, levantar sin tener planos, sin memoria, sin vecinos...



De lejos te señalas con la inconfundible nota de color que te dan tus árboles, ésos que no se llaman pinos.



Desde aquí, teniendo por delante aún varias horas de sol, decidimos acercarnos a nuestra montaña, la de los poljes y dolinas, la del camino que parece traspasar los límites entre el cielo y la tierra, el Puntal de la Misa.




 Este es el cortijo Cañada del Saucar  situado a 1395m. El PR-A 196 nos conduce hasta la cima del Puntal de la Misa. Si solo accedemos a él, la dificultad es baja y el recorrido solo será de unas  3,30 h. De dificultad alta si se va hasta la aldea del Carrascal, pero se necesita coche de apoyo.



Cruzamos el arroyo de la Cañada.



En un ascenso prolongado que no fatiga en ningún momento, aparecen a la izq. restos de una edificación aislada.




Los pinos enferman desnudándose de sus acículas. Apena ver lo que arrasa la procesionaria.



Llaneamos a la altura de este pino de gran envergadura.




Ya en el calar del Cobo, enorme plataforma kárstica de 5 km de longitud llama la atención una enorme dolina, depresión de forma circular provocada por el hundimiento del terreno, por el colapso de una cavidad o por infiltración de agua.



Esta es la tiná de las ovejas, aún en uso.



En el calar solo vemos cojines de monja, también llamados asiento de pastor. Y piornos.



Imaginar que hasta aquí subían los antiguos habitantes de las aldeas cercanas para sembrar el cereal gracias a la humedad, cuesta. El trabajo era durísimo.



Desfilan cadenas montañosas de límites que se pierden en el horizonte.



Encontramos un rebaño de ovejas segureñas, no se asustan de nosotros.



De todas cuantas he subido, me quedo siempre con el Puntal de la Misa, no hay camino más bello, elegante, sinuoso y fascinante.



Siempre digo que caminar por las montañas debe ser como hacerlo por los cielos. Cuántas veces ves las nubes por debajo de ti.
Al fondo el calar de las Pilillas.



Es la mejor terapia para perder el miedo al vértigo.



Imagino que Las Gorgollitas es una de las aldeas que allí abajo despuntan de blanco.



Llegando a la caseta de fogueros, último tramo de un camino inolvidable.



Cuando llego busco a mi hijo y allí en el fondo del lapiaz, sentado en el mismo filo del calar me lo encuentro. 
Con el tiempo he aprendido a formular preguntas a las montañas a las que asciendo, ¿has visto a mi hijo?



El embalse de Anchuricas se viste de azul y verde.



El vértice geodésico se encuentra sobre la caseta a 1.795 m.



Creo que vuestro nombre es "Los dientes de la vieja". Curioso.



 Miro hacia atrás para admirar este camino por el que hemos transitado.



Y ahora me vuelvo a hacer preguntas y no sé si contestarlas porque donde estás no puedes ver lo que aquí veías. ¿Merece la pena partir de tu tierra y dejar de lado estas montañas? Vuelve, retrocede. Deja que la importancia de las cosas se las den los demás. 
Yo veo cada mañana el mundo a través de mi ventana y no pido más.
Como dice el poeta, regresa, aquí hay salidas...



...te fuiste y dejaste huérfana tu tierra. Y te necesita no solo para recorrerla de nuevo...



...si todos partimos se perderán los senderos que nos conducen por la vida que hemos conocido. Si nos dejamos vencer, si nos dejamos llevar por los sueños prometedores de otros, no volveremos a ver esta realidad, la que perteneció a nuestros ancestros, la que surgió por el amor a la tierra, la que se adentra en el corazón de los que sienten apego, la que conlleva el saber de las generaciones anteriores. Los sueños se hacen fuertes cuando se comparten, no se abandonan por riquezas, por espejismos, es una falacia ingente.  La realidad es nuestra, no podemos entregarla al mejor postor, conservémosla. No te arriesges y regresa. Te espero. 



7 de diciembre 2014.



Acaba abril y termino esta entrada justo cuando dentro de unos minutos mayo llegará empujando fuerte.
Corren los días deprisa como queriendo escapar de nuestro asombro, por suerte nos dejamos atrapar por horas de descanso en las que compartimos coloquio y merienda con lances pasados e incertidumbres que quieren dejar de serlo. Gracias a Justo y a Pilar por su agradable compañía en ésta última tarde de abril y por hacerme aparcar a un lado la triste realidad que he enunciado en esta entrada.






8 comentarios:

  1. Querida Rosa, que sin flaqueza alguna escalas las montañas más altas. Que te adentras por los caminos más sinuosos, por los parajes más perdidos y recónditos, que te consuelas bebiendo el agua pura y cristalina que te ofrecen los riachuelos que te acompañan en tu búsqueda. Hoy vuelves a mostrarnos y a demostrarnos como en la naturaleza se encuentran los afectos que un día partieron, los cariños eternos e indestructibles, el amor incondicional a una madre o en este caso, a un hijo... en fin, que te puedo decir, sólo que me emocionas en tu búsqueda, en tus paseos, en tus anhelos y en tu forma de apreciar y ver la vida. Que en nuestro camino en común, a veces interrumpido, pero nunca deshecho, he aprendido mucho de ti, de tu actitud imbatible, de tu sinceridad y de tus ganas de cambiar las cosas. Preciosos tus textos. Precioso el poema de Kepa Murua. Y muchas gracias por compartirlos.

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    1. Ascender montañas es algo que, desde que se fue mi hijo, hago en menor medida. Lo pasé mal con La Sagra, son 2.383 m. que se me hicieron eternos. Este hijo mío tenía la sana costumbre de subir montañas fuera de los senderos marcados y quiso que lo hiciésemos por el canchal y llegamos arriba, todavía no me lo explico, solo me acuerdo que hice largos tramos agarrada a él y sin mirar hacia abajo. Y es cierto que me prometí que si conseguía llegar a "buen puerto" continuaría con las ascensiones. He hecho algunas sola, sencillas por supuesto, pero aprendiendo a medir bien los pasos y a vencer ese vértigo que se resiste a dejarme. Creo que es algo que cada uno de nosotros debería intentar realizar, aunque fuese una vez en la vida. No tengo palabras para explicar lo que se siente allí arriba. Luego están esos caminos que nombras, que son los que me llenan completamente. Ya sé donde iré el fin de semana y puedo decirte que es esa ilusión la que me motiva, la que hace que los días vuelen, la que aleja la tristeza. Y la que quiero compartir más tarde con vosotros.
      Gracias por tu maravilloso comentario, siempre digo que recibo más que doy. Gracias, amigo mío, por estar ahí.

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  2. Preciosa entrada. Tal vez la melancolía no te ha dejado ver que, aunque a menos kilómetros, un día tú hiciste lo mismo. Cuando ensucian o se beben el agua del mar los peces han de buscar otras aguas donde poder desarrollarse y evitar ser devorados para volver como dice Kepa Murua y contribuir a oxigenar el agua futura.

    Por suerte hay cosas, como el amor y los recuerdos, que están por encima del agua. Mucho más arriba está el tiempo que te traerá el abrazo que ahora echas en falta con la fuerza acumulada.

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    1. Preciosa metáfora la me regalas, gracias.
      De vez en cuando tengo que mandar "señales" a este hijo mío para que recuerde que le añoro, para que no se le olvide. Hace unos días la casualidad me atrajo hacia la poesía de Kepa Murua, maravillosa, creo que estarás de acuerdo conmigo. Tenía pendiente La Garganta y el Puntal de La Misa, que siempre nombro cuando me piden consejo sobre qué montañas subir. Y de todo ésto surgió la entrada, difícil se me hacía unir dos montañas que distan bastantes km pero para la imaginación no hay límite que se le resista, solo pasaron dos días entre ambas excursiones y si lo piensas bien una buena mañana te subes a una montaña y de ahí puedes continuar una a una tu camino, como ocurre con el GR 66 de los tres calares, uno de mis sueños pendientes. Luego intercalé el poema porque es el verdadero protagonista, ¿por qué partir?, si se ha de volver, de acuerdo, pero ¿y si ya has decidido que no quieres regresar?,¿ cómo podré volver a verte? Ahí entra en escena la montaña, la que te puede mostrar desde su cima toda la lejanía que desde abajo no la tienes a tu alcance, otra metáfora. Gracias amigo.

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  3. Gracias a vosotros, que pena no habernos conocido antes.
    Sois un encanto ��

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    1. El sentimiento es mutuo. Lo importante es conocerse, entablar una amistad, que ojalá sea duradera, en el pasado vamos conociendo gente extraordinaria, ese camino continúa en el presente y debe seguir en el futuro. No tendría sentido la vida sin amigos. Un abrazo.

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  4. Cuando leí tu maravillosa entrada , pensé,`( no puede ser,). alguien se ha colado en la cuenta de esta persona y ha usurpado su identidad.Porque ,por lo poco que te conozco,no me cabe en la cabeza que una persona que es capaz de razonar como tú lo haces, que sube montañas desde las cuales se ven las cosas con mas perspectiva ,que casi toca el cielo con con la punta de los dedos y sobre todo,que con tantas horas de voluntarias soledades tan solo acompañada por esa naturaleza que te enamora y te reta en cada salida; no hayas tenido tiempo y valor, para pensar y razonar como funciona el mundo hoy.
    Tengo un defecto, bueno tengo muchos ,pero esos no vienen al caso. Ese defecto mío hace que cuando veo a una persona que sufre por algo que es inevitable ,sufro yo también de no poder convencerla de "La inutilidad del sufrimiento" ¿Me pillas?
    Tenemos que aceptar que en estos tiempos tan raros que nos han tocado vivir, el amor materno-filial está muy desprotegido pero más desprotegido aún está el filial-materno .Es un mal de nuestro tiempo ¡Que le vamos a hacer! sin embargo,hay esperanza porque los valores que hemos inculcado a nuestros hijos, están ahí, sólo hay que tener paciencia y esperar y no ser un obstáculo que lastre sus caminos , esos caminos que tienen que recorrer, para que su destino se acerque mas a su voluntad que a la nuestra .
    Querida ,no se si te lo habré dicho alguna vez ,en las pocas veces que me he dirigido a ti. Las distancias impiden abrazos, no sentimientos.
    Y si bien es cierto que la cercania y el contacto físico són necesarios y gratificantes ,tenemos que asumir que cuando tomamos la decisión de tener un hijo, estamos decidiendo, sin saberlo, que vamos a tener nuestro corazón andando en el exterior de nuestro cuerpo para siempre .Y eso es así.
    Cuando la nostalgia y la carencia de cercania tangible y física te invada y baje tu ánimo, solo piensa ,que lo que te une a tu hijo siempre será mas que lo que te separa y por tanto, por mas tierra y tiempo que haya de por medio, el amor es mas fuerte y siempre estará uniendo vuestras vidas.
    Sé que por el tiempo que ha pasado,habrás tenido alegrias, penas y todo tipo de sensaciones ,sé que pensarás que soy una insensible, pero cuesta creer que una persona con una inteligencia emocional del calibre de la tuya, no sepa que tenemos que colaborar con lo inevitable, si queremos evitar el sufrimiento innecesario.
    Me hubiese gustado decirte mi forma de pensar en este tema, mirándote a los ojos con un café de por medio pero como no es posible ,no he querido dejar de decirte mis pobres argumentos.

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    1. Me dejas sin argumentos para responderte. Tal es la calidad y sinceridad de lo que dices, que bien poco puedo añadir.
      Solo agradecerte encarecidamente tus palabras.
      Deberíamos quedar para tomarnos ese café. Muchas gracias. Un abrazo.

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