martes, 13 de junio de 2017

UN NUEVO PASEO POR LA VÍA DE ANÍBAL. PUEBLA DEL PRÍNCIPE. CIUDAD REAL.



No tengo perdón, he olvidado felicitar a un buen amigo en el día de su santo. Ahora que los almanaques actuales no muestran el santoral, solo números grandes para que aquellos que miramos deprisa recordemos que queda poco para el verano o que podamos lanzar dardos a aquellos días nefastos o que intentemos borrar las horas con la tinta de un negro rotulador. Ahora que vivimos el día intensamente pero sin conocer a qué sabe lo que transcurre velozmente, con esa sensación de que un minuto hace tiempo que dejó de ser sesenta segundos. Estoy segura de que existen los ladrones del tiempo, van ajustando nuestros intervalos y sin darnos cuenta aprietan ese espacio que antes tenía la cadencia de un reloj de pared y que ahora es solo un murmullo que pasa desapercibido.
Antonio, no tengo perdón y te pido disculpas y como sé que me regañas por escribir tanto, lo hago adrede para entretenerte, rescato un borrador de hace bastante, el cual estaba vacío de textos pero con ese orden que marcan las fotografías cuando quieren mostrarnos un viaje. Fíjate que vuelvo a recuperar a mi perro, como cuando lees un libro de un escritor fallecido y te adentras tanto en su lectura que parece que él mismo te esté narrando, sentado a tu lado, la trama de su novela. Recuperar es lo que abre las puertas a la imaginación, deja escapar lo que nos hiere y nos trae agradables recuerdos. La magia está en la palabra, en como la combines, podrán arrancarnos las alas pero no podrán detener nuestros sueños.
Como tu enfermedad, compañera inseparable de tus días, recuerda que cada vez que escribes le haces retroceder unos pasos, pronto conseguirás darle esquinazo, no lo olvides, las batallas no se ganan con balas sino con palabras.




No es mi intención describir un camino, el de Aníbal, que aparece bien reflejado en diversos estudios. En este instante, cuando me recreo en estas fotografías sé que siguiendo hacia  Zahora puedo llegar a Jaén.




No todas las primaveras son iguales, ésta de hace dos años fue espléndida, los rebrotes de los árboles me hacían detenerme y los charcos también.



El peruétano o peral silvestre campaba a sus anchas por la senda.




Las encinas aportaban con su gesto altivo un toque de distinción.




Y las jaras en flor eran revisitadas con exquisita frecuencia por las abejas.



Mientras la naturaleza iba abriendo sus delicadas formas, yo iba buscando trazas de este camino romano.



Siempre que me encuentro con un horizonte de montañas de mi querida Jaén pienso que la lejanía no conoce distancias, ni medidas, que nuestras miradas tienen el alcance de lo que siente el corazón cuando palpita de alegría.



Leí que por aquí cerca nace el Dañador y lo ubico por estos lares, donde la hierba crece a su amparo, donde mi perro se detiene a beber de sus limpias aguas.




El Yelmo despunta entre todos y al fondo Sierra Nevada empuja para ser admirada.




De alguna forma todos los caminos se abren como ríos, deshaciéndose en las orillas, olvidando su trazado.



Zahora, recogida al frente, con el enigma abierto de su dulce nombre.



Ese año hubo siega en su tiempo y abundante. Regaló su verde color más allá de lo esperado.




Y hubo largas tardes de paseo, frescas, se cogían a hora temprana con esas ganas que despierta el almuerzo al que trae hambre de todo un día.



Y los chopos conciliaban sus hojas entre el otoño y la primavera, desquitándose del invierno.



No solo me asombran los campos, cualquier fachada que oculte al tiempo, que tenga historia, que acalle recuerdos.



Es el campo el que enciende las emociones, el que relampagea con sus tonos en nuestro vasto horizonte.



Rincones que te hacen descansar con el beneplácito de la calma.



En cada lugar hay un árbol dominante que toma el destino con la calma de quien sabe que nunca abandonará su residencia.



La primavera aquí se nombra de esta manera.



También lo hace con la imagen de un reflejo cambiante, con la brisa que distorsiona la realidad para hacerla más atrayente.



Persigo lugares con agua, intento atraparlos con el instante de un suspiro, con la culpa de quien no sabe aprovechar hasta la última gota, con la duda de qué ocurrirá cuando se ciegue su imagen.



La culpa se estrecha en canales, se pierde en roturas, se olvida con el descuido...



La soledad se encierra entre la ausencia y el olvido.



Ahora que te veo despiertas en mi esa nostalgia de sonido constante que fluye sin pausa y me pregunto cómo serás ahora, qué color manchará tus entrañas.



Es una constante en mis paseos por estas tierras, el deleite en aquellos rincones donde el agua mana con la candidez de la sonrisa de un niño.



Donde las flores tapizan las veredas y hacen de su estampado el más bello de los tejidos.




Las despedidas son corrientes de aire helado, te estremecen, te inquietan, siembran la duda del reencuentro.



Como los caminos que se bifurcan que lastiman tus pies cansados con la incertidumbre de su trayectoria.



"Nuestras vidas son los ríos que van a dar a la mar..."



Los lirios se yerguen observando el lento paso de quien no quiere despedidas.



A veces creo que dejamos de ser humanos cuando acariciamos la hoja de un árbol, la savia de su corteza es entonces cuando aprovecha nuestra debilidad y nos atrapa invitándonos a cobijarnos en su sombra.



Y el cierre se echa de nuevo con cada despedida pero con el anhelo de quien sabe que nada se pierde, que la luna sigue cautivándonos, que la noche dará paso al día, que los recuerdos que perduran son los que mantienen viva la esperanza.



Quizás todo haya sido muy precipitado. Quizás este impulso se vea reforzado por la sonrisa de Antonio Maldonado García cuando compruebe que no olvidé su onomástica.
Felicidades amigo mío.







7 comentarios:

  1. Que bonitoo,bonitas palabras para Antonio,seguro que le a encantado y que grande es la naturaleza un diez Rosa.

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    1. Sí que le gustó porque le hace mucha ilusión que le mencionen, que le gratifiquen, de alguna manera, con palabras de ánimo. Tú que le conoces desde hace mucho tiempo y sabes de ese caracter suyo tan alegre, comprenderás que necesita que en estos malos momentos por los que está pasando, cualquier acercamiento a su persona, sea un abrazo, un gesto, unas palabras de apoyo, un buen rato de charla...puede levantarle el ánimo. Invito, aprovechando tu cariñoso comentario, a que todo el que quiera conocerle, puesto que así como escribe, así es, a que se acerquen a ver su blog (memorias de un niño a los 60) y si quieren, dejen unas palabras puesto que estas son gratis, salen del corazón y terminan moviendo montañas.
      Un abrazo de nuevo amiga Paqui. Gracias.

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  2. Hola Rosa, no te atormentes porque se te olvidó felicitarme, tienes todos los perdones del mundo, primero, porque a todos se nos olvidan cosas, segundo, porque como amiga de la familia que eres, éstas perdonada por todo.
    Gracias por estar siempre ahí. Un abrazo.

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    1. Ya sabes Antonio que tengo mala memoria, de hecho en cuanto acabe de contestarte me voy a poner con la nueva entrada y como ya no recuerdo que te gustan que sean cortas, ésta próxima va a conseguir que estés leyendo 3 días, es broma.
      Siento que lo que te escribí saliera tan precipitadamente, en media hora no pude hacer más, pero no voy a corregirla ni ampliarla, sabes que solo está dedicada a ti, que no me importa que nadie más la lea. Eso sí, estoy segura que la leíste de un tirón, ¿no te quejarás de su extensión?.
      Gracias a ti por ser mi amigo y por escribir esos poemas tan entrañables que a todos nos tiene el corazón "partío".
      Un abrazo.

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  3. El olvido forma parte de la vida pero la dedicación que le pones a ocuparte de las personas es extraordinaria. Preciosa entrega llena de poesía con palabras e imágenes. Un fuerte abrazo.

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    1. Gracias Antonio por tu comentario. A veces parece que tenemos que pasar por esta vida bajo la atenta mirada de los demás, intento hacer lo que puedo sin fijarme en la valoración que se tenga de mi. No hay nada de extraordinario en lo que hago, lo único que nos marca o diferencia es el esfuerzo y las ganas que le ponemos a aquello que nos gusta o que nos da de comer. Ese es el único mérito que tengo, podré ser mejor o peor persona o una mediocre profesional pero la entrega es sincera y diaria.
      Hoy que estoy nostálgica, palabra que menciono a menudo, quisiera decir a todos los que sinceramente me demostráis vuestra amistad y cariño, GRACIAS POR ESTAR AHÍ.

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    2. Gracias a ti. Disfruta de la nostalgia. Un abrazo.

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