domingo, 28 de enero de 2018

DE LAS MÉDULAS A LA BALOUTA. EL BIERZO. LEÓN.


Decía Séneca que: "Cuando el Sol se eclipsa para desaparecer, se ve mejor su grandeza" Solo es suficiente extrapolar esta cita a la contemplación de Las Médulas al atardecer para entender lo que encierran estas palabras. Hay lugares que puedes visitar desde la tranquilidad de tu hogar pero Las Médulas deberían estar incluídas, por méritos propios, en esa particular lista de viajes pendientes que cada uno vamos agrandando.
Lo que aquí hago es recopilar lo que dijeron sobre ella Plinio el Viejo, Gil y Carrasco, Ortega Spottorno, Jovellanos, Acacio Cáceres y Castaño Posse. Testimonios muy interesantes, el resto son datos que voy aprendiendo con el plano en la mano y con la imaginación que trata de rastrear las huellas, no precisamente de pepitas de oro, sino de esos dos intensos días que me regalaron Las Médulas en que vi cumplido, en parte, uno de mis sueños viajeros.
Existe un aparcamiento cercano al pueblo, desde allí deben acercarse al aula arqueológica y al Centro de recepción de visitantes. Son cinco las rutas señalizadas: La senda Perimetral, la de las Valiñas, Reirigo, la del Lago y la de los Conventos.
No es posible hacerlas en un día, ni en dos, porque hay muchas más opciones como las Médulas de Yeres, Lago de Carucedo, las sendas por canalizaciones....y todo lo que lleve el apelativo del Bierzo. Pero me quedo, por encima de todo, con la senda a La Balouta, sin señalización pero fácil de encontrar desde el bellísimo lago Somido.





Las Médulas desde el camino que lleva a lago Somido.




Cercanos a él te encontrarás con las lagunas Larga y Pinzáis.




Lo que fuera en tiempos de los romanos un agogae, canal de lavado, es hoy un remanso de nenúfares.
Acercarse al mirador de Chaos de Maseiros para mejorar la contemplación de todo este paisaje natural, es algo que no debe pasarse por alto.




De vuelta al pueblo, con poco más de 100 habitantes, con gran oferta hostelera, toca un paseo por su arquitectura.




Y admirar la Iglesia de San Simón y San Judas con ese fondo tan excepcional.




Al finalizar el pueblo escojo la senda de las Valiñas, antes una parada para admirar los castaños, aunque también hay avellanos, en menor medida.




Es el castaño el árbol dominante, pero también  hay encinas, robles, arces...




Castaños que se cree fueron introducidos por los romanos, castaños mágicos que miran boquiabiertos con esbozo de humanidad.




Al fondo la Cuevona. Esta ruta circular de baja dificultad tiene un recorrido de unos 3.5 km.




La senda que te permite acceder hasta la Cuevona y la Encantada, conecta a su vez con la Senda Perimetral y así llegar al mirador de Orellán, el mejor balcón a Las Médulas.




En 1.883 publica Acacio Cáceres en "El Vierzo. Su descripción e historia": "Dados los medios de perforación de que podían disponer los romanos, aquello es admirable, y solo se comprende con la esclavitud. Centenares de esclavos serían empleados en tan ruda labor, para extraer el precioso metal en las médulas de aquellos montes, como también en otros próximos del vierzo extraían el simbólico minio con que teñían sus puertas y palacios los próceres y ciudadanos romanos en señal de nobleza...El oro no debía encontrarse en filón, sino en arenas, mezcladas con la greda, como aun debe encontrarse en algún sitio; y para obtenerlo fue el Sil canalizado y traído por el Monte-furado, en el cual lavaban la greda en porciones convenientes, quedando el oro en pequeñas partículas, limpio, en algunos tamices usados al efecto"





"Encontramos a un labrador anciano que con sus bueyes se dirigía a sus labores. Propusímosle el pagarle bien si nos acompañaba a visitar Las Médulas, y el aldeano, yendo a dejar su yunta volvió enseguida, encaminándonos por una larga senda hasta el inmenso interior de aquellos montes...En aquella gruta, labrada por los esclavos del romano imperio para extraer el oro, recogen ahora los pastores vercianos sus rebaños en las noches de invierno, y en torno de la lumbre, mientras que llueve o nieva, cuentan raras consejas de aquellas grutas y de las gentes que pudieron labrarlas, y aseguran, según nos dijo el labrador, que ha habido veces de oír un estruendo subterráneo y espantarse el ganado, y aparecer ante ellos un corpulento anciano con los cabellos y las barbas de oro, soltando chispas al rizarlos el aire que brama entre ellos, y que tomándoles, si alguna vez ha estado cerca, algún macho cabrío, y montando sobre él, ha desaparecido lanzando estrepitosas carcajadas, cuyos ecos se oyen repetir de una en otra galería, recorriendo los montes hasta extinguirse en el más remoto y elevado, en que existe una gruta misteriosa, donde tienen las brujas su aquelarre"





Plinio el Viejo relataba: "Las montañas son minadas a lo largo de una gran extensión mediante galerías hechas a la luz de lámparas, cuya dirección permite medir los turnos y por muchos meses no se ve la luz del día. Este tipo de explotación se denomina "arrugia". A menudo se abren grietas arrastrando a los mineros en el derrumbamiento...





Por ello se dejan numerosas bóvedas de piedra para sostener las montañas. En los dos tipos de trabajos se encuentran a menudo rocas duras; se las hace estallar a base de fuego y vinagre ( o agua) pero a menudo, como en este caso, las galerías se llenan de vapor y humo; se destruyen estas rocas golpeándolas a golpes de martillos que pesan 150 libras (unos 50 kg) y los fragmentos son retirados a las espaldas de hombres...





Acabado el trabajo de preparación, se derriban los apeos de las bóvedas desde los más alejados; se anuncia el derrumbe y el vigía colocado en la cima de la montaña es el único que se da cuenta de él. En consecuencia, da órdenes con gritos y con gestos para poner en aviso a la mano de obra y, a la vez, el mismo baja volando. La montaña resquebrajada se derrumba por sí misma a lo lejos, con un estruendo que no puede ser imaginado por la mente humana, así como un increíble desplazamiento de aire..."





Hoy veo Las Médulas como un mar de castaños donde emergen los mástiles de montes-barcos que no quieren hundirse.
El color tan especial que tienen es debido a la mezcla de capas alternas de cantos rodados con matriz arcillosa, gravas, arenas y limos.




De regreso aquí puedes combinar varias rutas, con lo que empiezas una y acabas conectando con otra.




Detalle de la fuente de la Tía Viviana.




Cojo el camino que surge a la derecha, muy empinado. Me acompañan ejemplares jóvenes de castaños y entre ellos otros centenarios. Como destino, ser guías, centinelas, guardianes.




Hacia el frente me dirijo al mirador, el camino contrario llega al área recreativa de Campo de Braña, desde aquí surge una pista que conduce  al pico Ferradillo.




Gil Y Carrasco que visitó Las Médulas en varias ocasiones escribió: "Cortada en general, como a pico, revestida en su mayor parte de robles y castaños silvestres, surcada de profundísimos barrancos, descubiertos a veces sus costados de un encarnado vivo y crudo y coronada por picachos y torreones del mismo color, que ofrecen a la vista tantas figuras y accidentes como la fantasía puede forjarse, nada tiene de común con los montes circunvecinos; y se asemeja a un monumento levantado por la mano de una raza de gigantes, que solo ha podido conservar algunos restos dignos de su grandeza en su lucha desesperada con la naturaleza y el tiempo. La miserable aldea es la que tiene el nombre de Las Médulas y la montaña es probablemente el Monte Medúleo, uno de los más ricos almacenes de oro que la naturaleza abrió a los romanos en este suelo, testigo de su grandeza y de sus crímenes"






Justo detrás de mí, al darme la vuelta, el pico más elevado de la zona, Ferradillo con 1.345 m. Abajo se dejan ver las casas del pueblo de Voces.




En su obra "La Menora", José Ortega Spottorno:"...Pero antes ascendimos al Mirador de Orellán, donde se me apareció de pronto el extraordinario espectáculo de Las Médulas. Imagine el lector un gran anfiteatro bordeando la montaña socavada, con barrancos descarnados y soberbios desgarres y una sinfonía de picachos rojizos que se elevan en extraños engraimientos como si un enorme gigante se hubiera entretenido en construirlos. Desde nuestro privilegiado mirador se veía el cuenco central de la explotación y, tras los barrancos rojizos, el pueblecito de Las Médulas y al fondo la llanura para el lavado de los aluviones. lo mas espectácular era la profundidad de los barrancos, de hasta 100 metros, y la altura de las bocas de entrada a las galerías, que a veces alcanzaba los 30 metros"




Elvio Nieto nació en Ponferrada en el 1.891,  conocido montañero y cronista que falleció con 79 años.
Hijo adoptivo del pueblo de Orellán, así lo indica este monumento a su memoria.




En junio de 1792 viajó, a La Médulas, Jovellanos, en su diario escribió: "Madrugada: se ven Las Médulas en la altura tras la montaña que baña el Sil. Son unas tierras rojas, derrumbadas, que representan ruinas como las que dijimos de la orilla. Me parece que cuando las vi diez años ha no estaban tan vestidas de verde como ahora. se cree que medula sea corrección de Metalla, pues este nombre daban los romanos a los trabajos de minas, y aquí dicen que los hubo. Acaso serían de minio; acaso de aquí el nombre de Miño al río más cercano, y acaso el nombre de mina, minero, minera, de minio"




Simplemente sin palabras te deja  la cueva de Orellán.




Las galerías de Orellán, aquella tarde cerradas, permiten visitar dos túneles subterráneos que conducían el agua hacia el ultimo frente de explotación del sector central.
Al fondo veo las canalizaciones, como sendas en las montañas. La más larga mide 143 km y venía desde el río Cabrera en La Baña.




Pero siempre acabo centrando la atención sobre los árboles. Los castaños y la mitología. Cada cual que vea lo que cree ver.




No pueden ser más que los guardianes de Las Médulas. No retroceden sino que avanzan.




Pero he aquí que mi camino se reinicia al día siguiente, bien temprano, cuando puedes aprovechar mejor las circunstancias, caminar sin prisa, sin gente. Si ayer me crucé con muy pocas personas, hoy a nadie veré.




Hasta apreciaré de otra forma al lago Somido o Sumido, podría ser nuestro particular Dozmary Pool, pues según dice la leyenda aquí descansa la espada de Roldán.




Una confluencia de caminos, puedes errar o escoger éste. No supe si transitaba la certeza conmigo hasta que...




...fui viendo restos de construcciones.




José Castaño Posse en su libro "Una excursión por Las Médulas" (1.889), escribió lo siguiente: "Pueblo tan insignificante que es inútil tarea  buscarlo en ningún mapa, diccionario o nomenclator por minucioso que sea, yace sepultado entre dos altos muros de rocas cortadas verticalmente y distantes unos treinta o cuarenta  metros que sirven de base a dos elevadísimos montes.
Esta disposición del terreno hace que no se vea el pueblo hasta que se entra en él. Compónenlo  poco más de media docena de malas casas donde viven miserablemente otros tantos vecinos que entre todos cultivan dos o tres fanegas de tierra linar y algún centeno que en el monte se veía madurar ya, pero muy raro y raquítico"





"Agranda la puerta, padre,
porque no puedo pasar.
La hiciste para los niños,
yo he crecido, a mi pesar.
Si no me agrandas la puerta,
achícame, por piedad;
vuélveme a la edad aquella
en que vivir es soñar..."

Unamuno.




"...Balouta (Valouta en su forma gallega) parece derivar de Valalto, souto flanqueado por altas vertientes. Actualmente se escribe con "B" pero antiguamente se escribía con "V" pues deriva de la palabra latina VALLIS. Valouta sería la forma gallega de val alta. La Balouta- no confundir con la localidad de Balouta en los Ancares leoneses-  podría considerarse un barrio de Las Médulas, nunca dispuso de iglesia por lo que los antiguos vecinos iban a oír misa a Las Médulas o a Carucedo"





Rincones del alma les llamo, no hay nada comparable con la visita a un lugar abandonado que conecte a la perfección con la soledad que cohabita en tu interior. Ambos, el suyo y el mío, están hechos a igual medida.




Según Madoz: La Valouta, barrio de Las Médulas, de cuya población depende en un todo y de la cual dista una media legua, en la provincia de León, partido judicial de Ponferrada. Consta de 8 casas terrenas cubiertas de paja, habitadas por 30 individuos.




Hoy veo que los tejados son de pizarra y que desde una escalera de piedra exterior se accedía a los corredores de tablazones de madera.




Tras dejar testimonio de lo recopilado, doy paso a las impresiones que me dejan estos lugares, intentar trasladarlos hoy hasta esta entrada cuesta bastante, el tiempo te hace perder instantes a pasos agigantados, a semejanza del otoño que se va llevando las hojas hasta dejar solo la firme osamenta de los árboles desnudos.
A las viviendas les ocurre un tanto, son víctimas de demasiados otoños sin primaveras.
La Balouta es en comparación con Las Médulas, como buscar huellas de pies descalzos cuando ya todos llevan zapatos.




No sabré nunca por qué comparo ruinas con las gentes que las ocuparon, quizás porque para entender tanto a unas como a otras debes saber de silencios, de soledades.
Reconocer al sahuco en  estos rincones es siempre una muestra de deferencia hacia ellos. 




Su construcción, detalles, localización...una forma de justificar que dé varias vueltas a los edificios para intentar obtener lo que ellos puedan ofrecerme.




La estructura descarnada que tras tantos años perdura, esa languidez extrema como de hambre de aquellas gentes que las hicieron, que las habitaron.
Lo que antes me pareció una escalera cobra sentido ahora, es parte de un todo, de este sencillo entramado.




Y cómo adentrarse en cada rinconcito que antes supo de vida humana y ahora es fantasía de la naturaleza que se la apropia por derecho. Está clara la relación entre hombre y  pueblo, tierra y trabajo. 




Y cuando la distancia crece al alejarse quiero que sepas que a la vuelta tomaré medidas.




Está situado a la embocadura de una profunda y terrible garganta abierta a pico por los romanos para dar salida a las aguas con que lavaban el oro de las minas y conducirlas al Sil por Salas de la Ribera.





En las cercanías de este barrio se ven algunas grutas con los más variados y caprichosos adornos formados por las estalactitas, por las plantas y arbustos petrificados y por las estalagmitas que remedan irregulares mosaicos. También está cercana una de las antiguas minas llamada la Palomera, que dicen tiene 4 leguas de extensión, pero que estando anegada no puede recorrerse ni aun entrarse en ella sin el auxilio de un barquichuelo.





He seguido caminos, tantos, que algunos se pierden por la maleza de la memoria...




...los he visto recuperados, para cultivo, como éstos con nogueras que crecen entre encinas.




Y ganados a la montaña con esfuerzo, pura lucha sin impostor.




Inquietantes por estrechos, desfiladeros del alma, que se apropian hasta de nuestras raíces...




...caminos que laten al unísono con tu latido, con ese silbido que no es temor, sino recogimiento.




Los hay que te dejan ver algo de horizonte, que intuyen el final, pero otros, como éste te abrigan entre sus brazos, parecen cerrarse a tu paso, forzarte a que te integres en ellos.




Los hay que te inducen a olvidarlos, nunca lo hago,  por monótonos, pero el que aquí muestro solo puede definirse con una palabra...




...matices, es lo que realmente lo define, esa variedad de verdes, helechos, hiedras, tomillos, encinas, almeces...Aquí brilla con luz propia la retama negra.




La interpretación corre a cuenta de esos colores de perlas ensartadas...
El público, el jardín de un sendero inolvidable.




Y cuando llegas al final, al principio del retorno, te devuelve las preguntas un viento que levanta con calma la fina tela de la niebla.




El monte se abre como un diálogo entre desconocidos.




Ahora que la luz desliza el cerrojo de la nebrina...




Ahora que el camino pasa de ser soñado a pertenecer a ese catálogo de sendas imperecederas...




...y dejan de ofuscarse  los muros de antaño...




...y no tratan de escapar los castaños.




Entiendo que los caminos de vuelta son los que te dan a beber sorbos de esperanza, los que te aniñan, los que te juzgan, los que te apresan y una vez conectados, te brindan ayuda.




"No olvides cuidarla...
por si mañana en vez de verla,
te toca imaginarla"

García Márquez.




¿Por qué las penas nunca se deshacen?




¿Por qué sufrir de añoranza ?




La otra muerte, la que resucita entre cuerdas de hiedra, la que serpentea en el más sigiloso de los silencios, desconocedora de elocuencias y como inquietud, una forma distinta de impaciencia, en su libre atropello, en su lúcida ignorancia, forja nuevas viviendas, para alivio de lo que agoniza.




Escaleras que no lo son, restos de naufragios, que conservan rasgos de sus amos, que devienen a comunicar años desgastados, sueños robados.




¿A qué sabe la esperanza?




Mientras voy "de mi corazón a  mis asuntos", me detengo a contemplar las murias, cantos rodados a los que la vegetación quiere ganar terreno. La historia vuelve, aquí nunca se ha ido, en canales de madera se lavaba la arcilla para separar gracias a ramas de brezo las pepitas de oro. Las murias eran apartadas.  Hoy estas piedras y el brezo dejan su propio testimonio.




Hay mundos que se integran en éste, mundos que no parecen pertenecer al que nos habita, mundos de secretos latentes.


Septiembre 2016.


Bibliografía:
-Fundación Las Médulas.
-"Las Médulas vistas por los viajeros" Instituto de Estudios Bercianos.



6 comentarios:

  1. Bueno Rosa termino de leerme estas joyas qué nos escribes,me quedo con la boca abierta, porque como tú bien dices qué te dejan sin palabras las cuevas dé Orellan pués asi me quedo yo sin palabras,porque no se que decir pero sea cómo sea,veo el talento capacidad y memoria para acer lo que tu haces tanto en escritura como fotografías un ejemplo a seguir,un abrazo.

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    1. Gracias Paqui, mérito no hay ninguno. Aquí vuelvo a recoger testimonios, esta vez de autores que visitaron Las Médulas.
      El paisaje es tal como lo ves y caminar, lo que más esfuerzo requiere, es siempre un placer. Muchas gracias, un abrazo para los dos.

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  2. Rosa, no dejas de sorprenderme, cuando te digo que eres una artista, me dices, que no es para tanto, con tus palabras me dices que no lo eres y con tus fotos me dices que si, ¿cual respuesta crees que es para mi más auténtica? Un abrazo.

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    1. Me limito a fotografiar lo que más me llama la atención, el mérito lo tiene el paisaje. Los textos tienen su dedicación, llevan su tiempo, salga bien o mal la entrada de lo único que puedo estar segura es de que lo hago de corazón. Un abrazo amiga mía.

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  3. El lago Soumido, arropado por un manto de nenúfares, dormita en la eternidad del paisaje que nos ofrece Las Médulas. Gargantas y barrancos elevan aún más los rojizos pináculos que conforman los montes que rodean este pequeño y bello pueblo, y que tu, nos muestras en una entrada llena de historia y sabiduría. Nombres insignes han visitado Las Médulas y nos las han descrito, desde Plinio el Viejo hasta Jovellanos. Sus descripciones nos ayudan a comprender la historia y los porqués de la fisonomía de este impresionante paisaje. Ahora tu, nos descubres su alma. Nada más que decir, sólo felicitarte por esta maravillosa y descriptiva entrada. Decirte que tus fotografías vuelven a ilustrar de un modo fantástico el reportaje, y tus palabras, anidan el ánimo y la emoción de querer visitar Las Médulas y sus rutas, de belleza indescriptible.

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    1. Ese es el principal objetivo de estas entradas, que os inciten a visitar estos lugares. Los hay que parecen, mal parecen, insignificantes; otros, como éste, con una grandeza espectacular. Me siento mucho más cómoda en los primeros, pero Las Médulas conservan historia y una naturaleza apabullante. Verlas en un día tranquilo, con apenas visitantes, fue maravilloso. Sabes que siempre me dejo algo que me permita regresar, esta vez son las galerías y las canalizaciones las que motivarán esa nueva visita. No es igual verlo en casa, viajar debe ser uno de nuestros alicientes en la vida. Muchas gracias. Un abrazo.

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