miércoles, 10 de abril de 2019

MONTAÑANA A SOLAS. HUESCA.




Cuando veo pueblos como Montañana pienso en el error tan inmenso que cometieron aquellos que, en otros pueblos, sacaron las piedras de sus calles, de sus casas, que excavaron esquinazos para dejar que escaparan a otras manos, a otras casas.
Pienso que el pasado es una calle vacía, si acaso con el rumor de un arroyo cercano, de golondrinas volteando sus alas, esquivando nuevas sombras.
Extraigo las gentes que aquella mañana hacían lo mismo que yo, relatar lo hermoso que es un pueblo cuando sigue anclado en ese pasado inmutable, qué inmenso es Montañana a solas.




Veo a Montañana, desde aquí, con el daño deliberado de lo que no se ha repuesto todavía, como si algo o alguien rasgase su alma y dejase parte de su esqueleto expuesto a los rigores de las estaciones.
A la extrema dureza de los errores cometidos con tantos lugares,  veo a Montañana a solas como a una persona que viviese aislada en el recinto de su pueblo, apartada, sin poder escapar a prados y bosques, como si no pudiese huir del dolor que se cierne sobre sus piedras torcidas.
Sin embargo por suerte, esto no es así. Es un hecho que le honra, el que día a día sus gentes la vayan transformando y crezca con el debido respeto a sus piedras en el orden escrito de su pasado medieval.



Me adentro en tu laberinto de callejuelas y contemplo cómo se inclinan las paredes que protagonizan este recorrido donde la imaginación se cuela entre tus grietas, entre tus pasadizos abovedados donde intimidas con los duros vientos que esculpen tu estampa.



Cruzo tu puente medieval con forma de lomo de asno mientras observo que tu arroyo, que delimita los barrancos donde te asientas, baja casi vacío.
Y me entrego a tu sencilla grandeza, esa que fue declarada como Conjunto histórico-artístico en 1984.



A finales del siglo X hay que buscarte. Te encuentras en medio de esos conflictos que derrumban cimientos para luego después construir otros nuevos.
Quedan importantes restos de tu perfecto sistema defensivo, el castillo donde veremos tu iglesia de Santa María,  la torre de la cárcel reconstruida y una desmochada torre circular y un doble sistema defensivo de murallas, uno para el castillo, el otro para el pueblo.



Montañana hay que visitarla a solas para dejar que nos revele sus secretos.




"Lo que hicieron los hombres, los hombres lo deshacen"

Ramón J. Sender.




Durante los años 50 te quedaste casi vacía, acuartelada entre tus recias paredes.
Se marcharon a Puente de Montañana.
Pero volvieron para regresarte a esa edad en la que algunos pueblos optan por apellidarse medievales y ahora, gracias a esa maravillosa rehabilitación, vamos aprendiendo en vivo y en directo la historia que nos entregan los libros.




Me pregunto por los constructores, tus gentes, que levantaron con infinita paciencia tu lienzo de esmerada piedra.




No sé si quedarme con tus muros o con tu calzada.




Llego a tu ermita románica de San Juan, el camino concentra los pasos de los que preferimos soñar viviendo a vivir sin sueños.




Eres de finales del XII y aquí se establecieron los Caballeros Hospitalarios de San Juan. Esta cruz de Jerusalén, pintada de blanco, viene a nombrarlos.




"Los capiteles, todos ellos historiados, representan, al lado izquierdo según el espectador, una ceremonia en la que un oficiante aparece flanqueado por dos acólitos portando respectivamente un cirio y un incensario. A su lado, una escena de difícil interpretación y, por último, en la mocheta, un león andrófago hermano gemelo del existente en la iglesia de Nuestra Señora de Baldós"

Arteguías.




"Al lado opuesto, inicia la narración en la mocheta con el episodio del Bautismo de Cristo por San Juan Bautista (titular del templo) en aguas del río Jordán. A continuación, una nueva representación de carácter ceremonial en la que un oficiante ataviado con ropajes litúrgicos alza sus brazos al cielo en posición orante y, por fin, en el último capitel, una escena sobre la que se han dado diferentes versiones, siendo la más plausible la que la identifica como la Degollación del Bautista"

Arteguías.



A Montañana se viene a ascender, a aprender que solo remontando emergerá de cada uno de nosotros ese conocimiento que creíamos olvidado.




Y a descansar mientras se indaga en lo que perdemos cuando dejamos de hacer preguntas.




Ascender, ir pasando páginas, avanzando sobre las líneas que retrasan nuestro camino.




Montañana invita a quedarse, a ser pausado, a acometer empresas donde la paz resurge renovada, licenciada de vanos obstáculos.




La entrada a la fortaleza, el culmen de todas las miradas.




La torre es cuadrada de 5 m de lado, con arco semicircular adovelado y una escalera para su acceso. Fue cárcel.




Un descanso para ataviar la inquietud.




Y caminar de nuevo, retrocediendo para iniciar una y otra vez esos senderos que liberan el encantamiento.




En un principio la advocación era para San Martín y San Ponce, de este primitivo templo surgió este otro, Santa María de Baldós, junto con restos, como un horno, del antiguo castillo.




Debiste tener algunas torres más, seguro que la esbeltez del campanario de tu iglesia emulaba a aquellas otras que desaparecieron o quedaron enclaustradas en viviendas.




"Preside el conjunto un magnífico tímpano labrado en el que dos ángeles, con sus alas desplegadas adaptándose al marco, sostienen una mandarla con la figura de Cristo en Majestad bendiciendo con su mano derecha y portando el Libro de la Vida en la izquierda"

Arteguías.





Aquí es necesario, imperante, detenerse para deleitarse con el silencio de los capiteles, con la desgastada rotundidez de la voz que articula la historia.




Los restos de la torre de la Mora que tendrían 9 metros de diámetro, de cuatro plantas, con doce metros de altura, es de lo poco que queda del castillo del siglo XI.




Desde aquí, mirador de miradores, veo como te sitúas, como te dejas caer entre barrancos, San Miguel y San Juan. Cada uno tuvo su iglesia. Abajo a la izquierda, San Juan, que fue perfectamente restaurada. De San Miguel quedan restos en el Ayuntamiento. 
Al fondo, una perdida torre, la de la Era.
Estás a 616 m. de altitud, casi tocando el cielo de lo imaginario.
Acabo buscando datos de tu población y esto es lo que encuentro:
En 1950 tenías 160 habitantes, en 1991 solo 12, en 1999 ya estabas deshabitado pero comenzaron a luchar por ti para que no desaparecieras como tantos otros y ganaron la batalla, 23 habitantes en 2013.
Tu recuerdo intenta quedar reflejado en esta visita.


Abril 2015.


Imprescindibles:
-El giróscopo viajero: "Montañana, precioso pueblo medieval de Aragón" de  Aitor Pedrueza.
-Arteguías.
-Amigos de Montañana.





2 comentarios:

  1. La paz invade Montañana de la misma forma que nos invade a nosotros cuando poco a poco vamos leyendo tu relato: de manera precisa y brutal. Las fotografías nos impresionan de la misma manera y el recorrido se hace una verdadera delicia acompañados de tus explicaciones. Pueblos como Montañana deberían siempre albergar vida, escuchar las voces de las gentes y su bullicio cotidiano, llenar sus callejuelas con los juegos de los niños y tener un presente con vistas al futuro, porque su historia es la nuestra. Muchas gracias por esta nueva entrada, un nuevo viaje donde el tiempo parece haberse detenido, mostrándonos la belleza de la historia y el arte anclada entre las piedras de este hermoso pueblo. Un abrazo.

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  2. Gracias Juan. Montañana a pesar de su poquísima población va remontando, gracias al interés de los que allí viven, cuentan con oficina de turismo y un pueblo bien cuidado como pocos. Una pena que en Huesca se encuentren tantos núcleos abandonados, ojalá esto cambie. Un abrazo.

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