jueves, 17 de marzo de 2016

SAN PEDRO DE PLECÍN. ALLES. ASTURIAS.



Si hay escaleras que suben al cielo, estoy segura que San Pedro de Plecín contó con una de ellas.
No solo por la privilegiada situación de este enclave observado desde lo alto por los Picos de Europa sino porque en la sencillez del arte románico, en la sobriedad que transmite,  lo pequeño termina siendo grande.
Nos situamos en Alles, precioso pueblo que bien merece una visita detenidamente. Desde el barrio de Llumberu parte el empinado sendero que te conducirá hasta San Pedro. Si bien se hace corto, no te importe, no es necesario que los pies vuelen, las prisas  no permiten captar sensaciones. Podrás observar muros de límites imprecisos, helechos que como banderas ondean sobre la cima de las piedras, sombras que se agradecen..Te sorprenderá, tras una precipitada bajada,  encontrarte con un templo tardorrománico que comulga a la perfección con un valle verdísimo, delimitado por horizontes finitos por el telón de fondo de estas montañas que imponen respeto.
Se cree que fue erigido sobre un lugar de culto pagano, de nuevo surgirán sensaciones especiales.
Se abre ante tus ojos una bella portada con capiteles con motivos variados, a la derecha una ventana te embelesa. Observa también los 6 canecillos que mantienen el equilibrio, recorre los espacios enmarcados por gruesas paredes, busca detalles de arcos que intentan volver a la vida en tu desmesurada imaginación...
En 1787 se abandona por la nueva iglesia en Alles.
El deterioro se alimenta del tiempo y del hombre, gana terreno deprisa, sin contemplaciones.
Hasta que se decide consolidar lo que queda y mantenerla como la ves ahora.
La vegetación se ajusta a la piedra, como amantes se protegen para no herirse mutuamente y San Pedro termina mimetizándose con el paisaje. Lo sublime está en la contemplación de lo sencillo, lo que la naturaleza nos obsequia combinado con la mano maestra del hombre. A eso puedo llamarle perfección.





Hay algo de imposible en Alles, esa parte que no terminas por creer, ¿cómo puede ser tan hermoso?




El equilibrio se pierde mientras avanzo. El resto de mi vida seré tierra, sin duda.




Olmas o muros levantados por el hombre. Mi guía hoy.




Debe ser éste el lugar donde la tierra se separa del cielo.




Y ésta la casa donde habitan los ángeles.




Devienen los días en aprendizaje sobre sus bellas formas.




Fresno o acacia, ¡qué bello marco de entrada!




Me pregunto si con el tiempo podré acabar de reconstruir tus muros, de techar tu tejado.




Dejo que tus piedras hablen...























































   Septiembre 2015.



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