domingo, 5 de marzo de 2017

UN LUGAR PARA PERDERSE. LOS CENTENARES. JAÉN.


"Llámale inquietud, date prisa o perderá su nombre, aunque parece que estés decidido a ponerle añoranza".
Es ese sentimiento que noto cuando paseo por la sierra de Cazorla, hay pérdidas por todas partes.
Entre tanta belleza, porque esta tierra daría para recorrerla muchas vidas, está presente la nostalgia hasta en los mismos añosos árboles que se curvan a tu paso, quizás porque quieren dejar de serlo. Ese sentido que percibes de que el árbol quiere ser hombre y el hombre, árbol, te persigue cuando caminas dejando de lado el desasosiego que transmiten las ruinas que les acompañan.
Parto de la base de que perder no significa estar derrotado, de que algún día estas cortijadas se reconstruirán porque volverá a latir el pulso en las manos del labriego, volverá el arado a romper la dura tierra, las piedras se recolocarán para afirmar muros...Quiero que ésto sea posible, me lo muestran los cerezos que continúan sus ciclos y  las nogueras, los arroyos que se nutren de las nieves de sus montañas. Fuentes que  elevan la categoría de sus aguas sin ningún mérito reconocido.
Quién no querría venirse a vivir a los Centenares y alejarse del mundo, qué mejor retiro.
Con esta entrada sobre esta bellísima aldea de mi tierra quisiera cerrar este blog. Mañana hará un año que lo inicié, aquel día  puse de fotografía de inicio la primera panorámica que se ve cuando llegas a Los Centenares desde el control de Aguamulas. Ni de lejos tiene el encanto de las otras rutas que nos acercan a esta aldea pero fue mi primer encuentro y aquí quiero dejar mi testimonio. Porque al fin y al cabo, entre otros motivos, lo que intento hacer es dejar testimonio del estado de unas ruinas para que desde el futuro, quien pueda verlo,  intente asomarse desde esta ventana-blog y añorar lo que nosotros también añoramos. Que en el transcurso del tiempo, los sentimientos tengan algo en común. Que no se pierda.
Hoy como dice la canción:"...cierro yo el libro de las horas muertas"




Un alto en el camino para llenar las botellas. Aún queda un buen trecho de carretera, por suerte este paisaje nos regala abundantes fuentes.



Al principio se transita por un bosque de pinos, siempre ascendente, me recuerda a la subida al Yelmo desde El Robledo, de lo pesado que se hace el caminar. Pero llegamos a un bosquete de robles y mi entusiasmo aumenta.



Se alegra mi ánimo cuando obtengo bellas panorámicas de las montañas que nos rodean.



El ascenso nos acerca más a ellas.



Algún día aprenderé el nombre de todas, aunque para mí son igualmente bellas se llamen como se llamen.



A partir de aquí toca descender, qué alivio. La espléndida culpa la tienen las ganas de ver las aldeas perdidas.



Somos como esta piña que queda atrapada por la encina, una ilusión vana que se transforma en una realidad ansiada.



Me acerco a esta noguera porque intuyo que es aquí donde se ubicó el cortijo de las Grajas.
 Antes, cuando el monte no tenía dueño, se podía edificar con muchísimo esfuerzo en lugares idílicos en perfecta comunión con la naturaleza, que es al fin y al cabo a la única que había que pedirle permiso. Y el campo estaba limpio, no había incendios, por doquier aparecían huertas bien cuidadas y en estas sierras vivían en armonía miles de personas dispersas en cortijadas, cortijos y aldeas.



Los cerezos no sucumbieron y continúan floreciendo ajenos a la soledad de gentes que ya no habitan.



Un tranquilo paseo en llano nos va haciendo entender lo que aquí hubo, ese trasiego de personas con sus mulos, el intercambio de frutos y semillas que da la tierra...



¿Somos árboles cuando dejamos este paraíso?



Al llegar a Las Canalejas, aldea que fue dinamitada, nos encontramos con restos de un lavadero que nos anuncia lo que pronto hemos de contemplar...



...lo que no hay. Cuesta imaginar que aquí, a 1355 m. de altitud, existieron 48 edificios...




...una tienda de ultramarinos, ni más ni menos. En un alarde de ejercicio mental, levantar estas ruinas para reconstruir las viviendas y volver a percibir el trasiego de sus habitantes en una mañana radiante de primavera, la verdad, cuesta mucho.



Parece más que el cielo, de rabia, hubiese explotado e hiciese caer desde su vasto dominio estas piedras que aparecen sembradas por doquier, amontonadas. Es imposible elaborar este puzle de remembranza serrana.



Los frutales, ahora los cerezos dominan el paisaje, nos recuerdan en terrenos abancalados que las huertas siguen ahí, esperando al hombre, que los bancales resisten porque se hicieron bien.



Dicen que no consiguieron dinamitar ni la iglesia ni la casa del cura porque una cadena humana lo impidió.



Y dicen las piedras que Dios existe en cada rincón donde descansamos, donde ideamos un mundo mejor, donde los arroyos corren felices al encuentro de un río, donde los pasos de los que ya no están se reencuentran con nosotros si abrimos nuestra mente a su recuerdo.



Y dicen que el hombre destruye al hombre pero no su memoria.



La casa del cura a la salida de la aldea.



Frente a la iglesia esta fuente lavadero junto a una noguera nos llama para que nos sentemos junto a ella y dispongamos la mesa, ésa que no precisa mantel ni florituras, la del campo abierto.



Y dicen que tu agua es la mejor de esta sierra y doy fe de ello.



Nos vamos para Los Centenares y a la derecha del camino nos encontramos con el cementerio bien cuidado de Las Canalejas. Y unos versos de Becquer me sacuden el alma:

"Despertaba el día,
y a su albor primero,
con sus mil ruidos
despertaba el pueblo.
Ante aquel contraste
de vida y misterio,
medité un momento:
¡Dios mío, qué solos
se quedan los muertos!".




La pista sigue entre pinos negrales, carrascos, laricios.



Y el mundo que todos conocemos, que tememos, que quisiéramos cambiar se detiene con el sencillo aliento que desprende la imagen de Los Centenares.



Y una sinuosa senda que no quieres que acabe porque así mantendremos durante más tiempo esa sensación de que llegar es lo importante, nos acerca a este idílico lugar.



      Los cerezos en la avenida que nos recibe, nos hablan de que la            tierra sigue donando sus flores, sus frutos...que añoran al                                          hombre que los quiera.




La fuente lavadero que no tiene heridas, huérfana de mujeres en animada charla.



A 1.386 m. se sitúa. En el nomenclator de los pueblos de España de 1863 aparece con 14 edificios.



Miramos desde dentro como siempre para ver, porque para entender es imprescindible sentir.



Tras haber visitado otras aldeas, llama la atención el que aquí resistan tantas casas con tejado. Y que ojalá sigan así.



Tuvo escuela, tuvo niños. Hoy se desplazan en forma de golondrinas y vencejos que anidan entre sus ruinas.



Demos la bienvenida a vuestra casa, la que se mantiene en equilibrio, la que empuja a la tierra para que salga, para devolverle a su lugar de origen.



Aunque los palos no volverán a ser pinos, ni la escaleras alcanzarán el desván.



En tu calle no podremos reencontrarnos pero tu mirada coincidirá con la mía cuando suspiremos por la montaña.



Siempre intento pensar en quién fue el primero en traer a su familia a este insigne lugar y decidió establecer aquí su patria, su horizonte, su futuro. El que acompañado de sus animales dio vueltas a la tierra para transformarla, acariciándola y mimándola y elevando plegarias al cielo para que las tormentas no destrozaran su sueño.



Y el azul, acogedor color que a pinceladas es retocado cada vez que intenta desprenderse, nos indica que esta casa puede servir de refugio pero que, por favor, hay que cuidarla. Es un ofrecimiento de la amabilidad de alguien que quiere alojarte y pide respeto. Gracias.



Las viviendas se desvisten y ofrecen su carne trémula y roída.



Tú, estancia que sufres de esa enfermedad llamada abandono, lamentas que despidieran a tus honrosos inquilinos.



Miro tus entrañas con la intención de informarte que sigues en el pensamiento de los hijos de tus hijos.



Lo que daría por que mi calle del pueblo tuviese tus vistas.



Lo que daría por verte entera, convaleciente pero entera.



Al Sr. Punzano, de sus hijos. Hay nombres que no se pierden porque la herida duele mientras no se cura.



Porque eso son estas aldeas, heridas que no pueden cicatrizar, han perdido a sus cuidadores.



Han perdido el olor a pan, el balido de las ovejas...



Despiertan cada día con el eterno sueño del regreso de sus moradores.



Pero una casa se mantiene activa, nunca se abandonará, los suyos vuelven a menudo para recordar que de allí nada ni nadie les expropiará.




Los jardines que cuidas te devuelven el saludo, sus flores.



Hornos para una gran familia.



Siempre hay algo de particular en cada aldea, algo que la distingue...



...un trabajo bien hecho. Las ventanas nos miran con ojos cerrados, no quieren que veamos el dolor de la despedida.



Pero siempre aguardarán el regreso porque perder no debe ser irremediablemente una incertidumbre.



Aguardar con retazos de vidas pasadas, esperar la caricia de las manos que os acogieron.



Porque es éso lo que realmente parece, hay una espera que se alarga demasiado pero que no se hunde bajo ningún barro, hay esperanza.



Desde aquí veo mejor tus huertas, veo el trabajo de tus gentes, veo el regalo que le hicísteis a la tierra.




Y al despedirnos de ti, no lamento el no haber cogido otras sendas porque me habrían permitido disfrutar de otros parajes pero no me habrían dejado conocerte a fondo.



El regreso siempre es duro, llegas de vacío y te vas llevando esa carga que no te pertenece pero que necesita ser compartida en su magnitud.



Y piensas que podemos ser manos que lavan, risas que suenan, llantos que queman. Pero también hojas que flotan...



Que nos complicamos la vida, que caminar es la más dulce de las verdades, que el camino te hace libre, te ampara con los recuerdos de los que ya no pueden hacerlo, te empapa de sus nostalgias, te acerca a ellos, a su dolor y a sus alegrías. Que si partes de allí con el alma encogida es porque has conectado con su rabia, con la que sigue flotando entre las hojas que se desprenden, entre las cáscaras abiertas de las nueces, entre el regato abundante de este manantial que fluye para recordarnos que si podemos contar lo que hemos visto es porque siempre pervivirá lo que el hombre humilde realizó en esta tierra.



Y tras pasar por Las Canalejas contemplo, como me pasó en Las Espumaderas,  que las piedras a veces se reconstruyen cuando nadie las ve y luego asoman bocas de horno.



Y veo que el cielo pide tormenta.



Que si hubiese subido a Majal Alto, que está justo detrás de mi, podría alcanzar una de las mejores vistas de esta hermosa sierra.



Pero también sé que no todo se puede obtener. Que necesitaré a partir de ahora mucho tiempo para dejarme llevar por las formas de los árboles. Necesitaré aprender de los caminos y de sus conjuntos porque las sendas son las que nos modelan, las que nos enriquecen, las que nos piden paso para que les dediquemos nuestro tiempo.




Y acabo mirando al Tranco. Por encima, las nubes describen caminos, deben ser por los que transitan aquellos que ya partieron.



Abril 2014.


Esta entrada se la dedico a tres jienenses.
A mi amiga Pepi, entrañable persona, buena comunicadora, que aunque sigue pintando, su bellísimo blog (josefaspintora.blogspot.com) se quedó varado en el año 2013. Pido me disculpe porque siempre le regaño por este motivo.


A mi amigo Juan Basilio, cinéfilo, pintor, hacedor de palabras y sobretodo una gran persona.

Y a una maravillosa mujer, la persona a la que más he querido en mi vida. La que influye en lo que hago gracias a sus remembranzas sobre sus años pasados en un cortijo aislado hasta que cumplió los 20. Ella es el motor de mi ilusión, a ella va dedicado todo lo que he hecho hasta aquí en este blog, a ella que cuando camino sola aleja el miedo de mí, a ella que modeló mi caracter, que me guió por el camino del sentimiento, que llenó mi mente con sus enseñanzas. Porque es a ella a la que busco cuando me adentro en estos bosques y piedras, porque nunca pierdo la esperanza de ver su rostro asomado a una ventana o encontrármela apoyada en el quicio de una puerta. Porque no hay lugar en este mundo que pueda demostrar que los que parten para siempre acaben abandonándonos. Gracias, madre.


Y un agradecimiento extensivo a todos los que se acercan a este blog, quizás pensando que solo exclusivamente va de senderismo y quizás se vayan de vacío, cada uno tenemos nuestra forma particular de ver las cosas. Si he conseguido que hayan caminado conmigo, con eso solo, ha merecido la pena.



11 comentarios:

  1. Cuando los ojos ven estas imágenes y el cerebro interioriza cada una de las palabras de estas entradas, dan ganas de cerrar la página , porque sería una pena estropear con un comentario, un trabajo, tan salido del alma de la autora . Reconozco mis limitaciones y pido disculpas ,pero sería peor, que pasara por aquí , sin agradecer este rato que me permite planear y poder ver a vista de pájaro lugares que de otra forma no me sería posible conocer y disfrutar .
    Gracias por poner el acento y mostrar que hay otras formas de ver las cosas que las que nos muestra esta sociedad de consumo que tanto nos absorbe e idiotiza .
    Hace falta gente que intente abrir las entendederas a las personas que vivimos en un interminable letargo de apatías y repeticiones de roles eternos que nos impiden el avance .
    Quizá sea la hora de volver a la naturaleza y comprobar que tiene algo más interesante que enseñarnos que lo que hemos aprendido hasta ahora . Y ahí tú si serias maestra experimentada porque nos llevas años de ventaja.
    Emotivo y precioso el cierre de tu entrada .Gracias también por eso.
    ¡Ah!la poesía "Que solos se quedan los muertos" te la puedo recitar entera aprendida desde los nueve años, y con anécdota incluida.

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  2. Decía Almudena Grandes que las personas dignas de amor, sobreviven a la muerte, en la memoria de quienes les han amado. No puedo estar más de acuerdo. FranÇois Mauriac ,llegaba un poco mas lejos y aseguraba que la muerte no nos roba a los seres queridos .Al contrario nos los guarda y nos los inmortaliza en el recuerdo . La vida sí que nos los roba muchas veces y definitivamente.
    Quizá es por eso que a veces tenemos la sensación de cercania de los que sé nos fueron ,y sobre todo en los momentos duros y tormentosos de nuestra vida, sentimos su energía, su presencia su aliento , impulsándonos a seguir hacia adelante ; mientras que los que tenemos a tiro de piedra los podemos percibir a años luz.
    Lo de cerrar el blog ,es broma ¿verdad,verdad?y otra vez ¿verdad?No nos puedes hacer esto,sin una razón de peso como,que te hayas quedado ciega de repente , y no puedas escribir , o que te vayas a Marte y no te puedas comunicar con la tierra , si no es así, replanteateló de nuevo y piensa un poco en gente como yo ,que desde que descubrí esta forma de viajar cómoda y a buen precio no he dejado de seguirte y aunque no siempre te comente tus "ires y venires " no te quito ojo .
    En serio; haz lo que tengas que hacer , pero que sepas que tienes mi respeto por tus trabajos ,mi admiración por tus capacidades intelectuales , y mi rendición total ante tu gran humanidad y ese corazón que has puesto en cada frase y que quedará ahí por si alguien quiere aprender como es la buena gente. Nos vemos

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  3. Juan Venancio Cirilo7 de marzo de 2017, 15:29

    Lo que debería ser una maravillosa entrada conmemorando el primer aniversario del blog se convierte en un anuncio de despedida.
    Un blog lleva mucho desgaste, cansancio, agotamiento, desanimo, desengaños, dejar de atender otras ocupaciones, quitarle tiempo al sueño, etc.
    Si alguna de estas situaciones es la que te ha llevado a tomar la decisión de echar el cierre, te diría que cuentes hasta tres, que te des una segunda oportunidad. Puedes tomarte "una excedencia", una pausa, un stand by, y seguramente te servirá para retomar el blog con más energía.
    Creo que ya tienes unos cuantos seguidores que se han deleitado con tus caminatas. No falta la gente que te lo hace ver con sus asiduos comentarios y otros como es mi caso que somos seguidores silenciosos (por motivos que no vienen al caso) y que nos gustaría poder expresar con unas palabras la admiración que sentimos por tu dulzura a la hora de hablar con los arboles, los ríos, los caminos o los edificios. Hemos sido participes de tus conversaciones con ellos.
    Veo muchos blogs en la red tratando el tema de senderismo, pero la gran mayoría con una clara tendencia narcisista. Importa más la persona que el camino, importa más la pose que tenga el sujeto para la foto que los insignificantes pero trascendentes detalles que van apareciendo al caminar.
    No sales en las fotografías, sabes de sobra que no eres la protagonista. El castaño, la fuente, el prado, la senda, el ventanuco, la puerta, la montaña... esos son los verdaderos protagonistas.
    Tu has roto todos los moldes a la hora de mostrar un recorrido senderista en la red. Conseguir la meta es objetivo secundario, lo tuyo es disfrutar con lo que te va saliendo al paso.
    Una persona que escribe trabajos tan deliciosos como estos tiene que ser muy buena gente. Así que adelante. Descansa pero vuelve. Aparca pero luego arranca.
    Este diario escrito que estas compartiendo con nosotros no puede quedarse a la mitad. Tienes que completar todas las hojas.
    Esas experiencias que cuentas de las conversaciones que has ido manteniendo con las gentes que has encontrado en tu camino son muy enriquecedoras y como tal tienes que seguir practicándolas. Aprendes mucho de la gente mayor que vas conociendo en los pueblos y así nos haces participes a los demás.
    Seguro que tendrás otras rutas muy bonitas que hayas realizado guardadas en la recamara.
    Si cierras el blog ¿nos vamos a quedar sin ver esas prometedoras entradas?
    Y si aun así la decisión esta tomada y no hay vuelta atrás (que espero que no) muchas gracias por los encantadores lugares que hemos disfrutado acompañándote virtualmente.
    Un cordial saludo.

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  4. Nuevamente vuelve la emoción. Como un resorte, cada vez que entro en tu blog y que comienzo una nueva andadura, afloran en mi sentimientos de placidez y calma, entre otros muchos, tan variopintos como muchos de estos paisajes que nos enseñas. Los Centenares, en nuestra tierra, aúna la belleza de la misma con los sentimientos de pertenecer a ella. Si a ello, añadimos tus bellos textos, cargados de una sensibilidad especial, de un profundo conocimiento de las emociones y de la vida, entonces, los que nos acercamos con deleite a tu blog, no podemos hacer otra cosa que rendirnos cautivados por su luz. Me encanta retrotraerme y vivir por unos momentos con aquellas gentes que poblaron estos bellos parajes Y pensar que un día la vida, tan distinta a la de hoy, mucho más dura, seguro, pero también mucho más sencilla y esencial, fluía como el agua de esas fuentes que nos vas descubriendo en estos espectaculares viajes. Rosa, recorriendo tus caminos a través de este blog, a través de tus mágicas fotos, no puedo evitar sentir nostalgia, pero una nostalgia buena, pletórica. ¿Se puede sentir nostalgia de algo que no se ha vivido, que no se ha conocido? La respuesta es si, porque tus relatos hacen que mi imaginación vuele y conviva por un rato con aquellas sencillas gentes que una vez poblaron estas bellísimas aldeas. Espero que lo de cerrar el blog no sea más que un pequeño paréntesis, donde vuelvas a coger ánimo y fuerza para seguir mostrándonos este mundo de naturaleza y sueños, de bellezas olvidadas, de silencios y de ausencias, pero también de alegrías y de historias que tanto tienen que ver con la vida. Muchas gracias por tu dedicatoria. Estoy muy orgulloso de tener una amiga como tu, de haber tenido la suerte de conocerte, y de haber conocido, aunque fuera unos días a tu madre,a la que con tanto amor recuerdas. No te vayas. Entre bosques y piedras surgen, provocadas a cada paso por tu sensible generosidad, las emociones.

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  5. No acostumbro a comentar, pero no me queda mas remedio. Con tu blog he podido disfrutar de la sensibilidad, es un lujo poder leer tus entradas. De ser sincero has despertado sensaciones al leerlo. Unas tristes, otras evocadoras, otras ilusionantes..., sensaciones que son capaces de remover recuerdos escondidos que al desempolvarse nos hacen rejuvenecer. Leyendo tus textos nos ilusionas de tal manera con tu forma de mirar que nuestras historias personales se perciben de otra manera, en definitiva dulcificas la vida y transformas el paisaje.
    Quisiera desde aqui darte las gracias y al igual que cuando se ven las estrellas fugaces, pedir un deseo en voz alta "que este blog no se cierre nunca"

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  6. Precioso cierre para esta etapa que espero ver continuada pronto. No me gustaría ver que a este hermoso lugar que has creado le suceda lo mismo que a las aldeas que visitas.

    Tienes mucho que contarnos y enseñarnos. Un fuerte abrazo.

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  7. Hola, querida amiga, por fín me tienes aquí. Muchas gracias por tu dedicatoria, es tan gratificante y tierno que pensaras en mí. Siempre que visito tú bloc, que es poesía en imágenes, me invade una mezcla de nostalgia y añoranza de la vida y esplendor que rodeó ésos muros, que parecen querer contarnos sus hitorias, sus dias de gloria, sus callados secretos. Su decadencia es tan hermosa, tan rebosante de dignidad, solemne y sobria. Desearía poder recorrer ésos lugares en una apacible tarde de primavera, cuando la vida se abre paso en todos los rincones, para demostrarnos una vez más que solamente ella permanece inmutable y eterna.
    Un abrazo y mil gracias, me considero afortunada de contar con tu amistad.

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  8. Faustino Calderón25 de marzo de 2017, 12:46

    ¿Hacer un comentario sobre la entrada de Los Centenares? ¿Sobre el primer aniversario del blog? ¿O bien sobre el cierre del blog?
    Pones a tus lectores en una disyuntiva complicada.
    A mi entender cometes el error de anunciar el cierre de la pagina entre medias de la introducción de esta entrada. Creo que la publicación sobre esta bellisima aldea no debería haber llevado el añadido de la clausura de la página. Esto tendría que haberse dado en una entrada aparte, explicando los motivos que te han llevado a tomar tal decisión (los que puedas contar), un agradecimiento a tus fieles seguidores y una especie de resumen de todo lo que ha dado de sí este año.
    Al anunciar el cierre del blog, la entrada de Los Centenares ya queda en un segundo plano. Ya no se lee igual que las anteriores, en las que de alguna manera participábamos de tus viajes.
    Como bien dice alguien en uno de los comentarios, esto es un diario escrito sobre tus andanzas por esos caminos que a veces no llevan a ninguna parte, de conversaciones con personas que estaban esperando durante años a que pasara algún caminante para enfrascarse en un rato de conversación o de ver detalles insignificantes donde otros no lo vemos.
    Con este diario compartido lo que haces es salvaguardar en tu memoria todo lo que ha dado de sí tus caminatas durante años. Y como tal tienes que tomártelo, como un diario escrito donde anotar todo lo que has vivido en cada uno de tus viajes. Aunque no lo compartas, sigue escribiendo, de manera particular para ti sola. Si no lo haces así, los placeres y momentos inolvidables vividos se irán difuminando en la memoria.
    Con el paso del tiempo tu misma serás lectora de tus propias entradas y podrás refrescar en tu memoria cualquier suceso, anécdota o hecho vivido tiempo atrás en un determinado viaje.
    Esta pagina es un canto a la tristeza, a la intimidad, a la soledad, a la meditación, a la emoción, al placer visual.
    Como tal no es justo que eches el carpetazo y dejarlo así sin más. Creo que el trabajo se queda a medías.
    Todos sabemos lo difícil que es mantener un blog. El primer año es el de la ilusión, los siguientes son los de la consolidación.
    El primer año las ideas surgen a borbotones, no hay cansancio. En los demás años sí, pero para eso estan las pausas. El tomarte tu tiempo cuando veas que la batería esta un poco baja. Espaciar un poco más cada entrada. No hay obligación de hacer una entrada semanal. A nadie hay que rendir cuentas sobre ello. Dejar pasar los días "bajos" y esperar a que la batería este recargada.
    Leí hace tiempo una estadística que decía que el 55% de los blogs que se crean no superan el año de vida. No me gustaría que este blog engordara esa estadística.
    Supongo que estos días estarás ante el dilema de si apagar la luz como habías anunciado o retomar nuevamente el sendero de tus rutas.
    Tomate el tiempo que haga falta. Medita, analiza los pros y los contras. Satisfacción o cansancio. Emoción o desanimo.
    Sacar tiempo de donde no lo hay o dar prioridad a otros asuntos de la vida cotidiana.
    Por mi parte te diría que el placer de preparar una nueva entrada, el apretar el botón de publicar y luego verla editada compensa todo el desgaste que puede generar este trabajo. Siempre la última entrada publicada nos parece la más bonita y eso puede suponer un aliciente para las demás publicaciones.
    Espero que tu decisión sea un No a lo que habías anunciado, pero si es un SI y no hay reconsideración: GRACIAS POR ESTE AÑO.
    Saludos.

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    1. Gracias a todos los que aquí dejásteis vuestras sanas intenciones. En aquel entonces decidí dejarlo todo. Y, aunque tarde, de los errores se aprende. ¿Qué habría sido de mí si hubiese aparcado este blog? Habría sido como negarse a continuar caminando, y ello conllevaría dejarse atrapar en esa apatía que intenta acogernos para ser ella más fuerte; cuando lo que en realidad nos hace mejores, con mayor fortaleza, es seguir adelante. Saludos y gracias para todos vosotros.

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    2. Gracias por leerte y por no haber aparcado este blog.

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