En otra vida volveré a Ordesa, volveré a Huesca y dejaré que durante una semana entera el agua me adhiera a su forma desigual, a su instinto maternal, seré tierra mojada o puede que un haya más entre hayedos. En otra vida...
Algunas veces somos cartas que nunca llegan.
Que se quedaron en el camino
Entre caminos de agua
Caminos que te detenían, predispuestos a rellenar tus vacías estancias.
Imponentes caminos, grandilocuentes, mientras tú solo eras un acento inadvertido.
El río impetuoso en sus maneras no dejaba "títere con cabeza" y rompía todos tus esquemas, no había conclusiones, sí motivos.
Nada puede romper el silencio que ya no existe.
Nada puede hacerte volver a esos caminos de agua, de riesgo que emerge desde las profundidades , forasteros en tierra de nadie.
Soñándolo estoy cada noche. Por estos senderos que se bifurcan me dejo caminar como si fuese uno de ellos.
Voltea la tierra en tus sueños y así podrás entrar en ellos.
Parecía un día normal, uno de tantos, donde en Ordesa deberías haberte encontrado con gente. Sí, gentes que buscaban lo mismo que tú, que con la boca abierta inhalaban parte de la grandiosidad de este castillo de montañas, infranqueable, imbatible.
El viento impedía que desplegaras el mapa. Tu querías saber el nombre de cada elevación, querías conocer al bosque sin haber pisado las piedras.
Hasta que comprendistes que la montaña no necesita nombres, demanda inquietud, soñar ficciones, elevar nubes.
El estruendo aún resuena en mi cabeza, era como si la tierra se resquebrajara y gritara: "Quedaos"
Y fuimos subiendo para alcanzar el lugar donde nacen las piedras.
"Quedaos"
Por el filo de lo imposible caminamos con el empañado sonido de fondo, con la lluvia enriqueciendo de páginas esta aventura.
"Quedaos", se oía cada vez más lejos.
Existió un breve intento de tocar las nubes. De ser águila real, buitre, milano, alimoche...pero preferí ser arrendajo por unos instantes.
Tu querías ser Monte Perdido...
Y te vi alejarte y lo que es peor, no te detuve.
Ahora quiero volver a nacer pero esta vez en Ordesa.
Continuará...
Otra mañana, otra ruta.
Una complicada elección.
Ahora que veo la vida pasar y no puedo implicarme en ella.
Ahora que la soledad y el dolor se abrazan.
De las miles de formas que hay de ver una ruta...
...de los peligros a los que nos sometemos sin saberlo, por desconocimiento.
Las pedrizas son esos golpes que nos vienen encima por confiar demasiado en quienes, más tarde, soltarán nuestra mano.
No sé si resuenan aún los ecos de aquellos consejos que te daba, puede que la distancia apagara su cadencia.
Mientras, te ibas alejando, y la montaña volvía a decirnos: ¡Quedaos!
El cielo y la tierra eran una única materia y no paraba de llover.
Se pierde el miedo ante todo cuando te inclinas hacia un precipicio, se pierde la noción del tiempo, se adquiere calma.
Y cuando por fin has escapado de ese tránsito por donde circula libremente el temor, te dejas caer como un hayedo...
...y encuentras el lugar donde la memoria se estanca.
Mientras, escapas por la senda de hojas y agua, de musgo y piedra, donde se amontonan los recuerdos.
El río eclipsa tu nombre.
"...-¿Qué serás, pequeña
cuando te hagas grande?
-¿Qué serás pequeña?
Me decía la gente.
Aún no alcanzaba
ni el metro de altura
y ya contestaba,
-Quiero ser valiente.
Quiero ser poeta
de la gente triste,
no olvidar a nadie
que tenga una pena..."
Magdalena S. Blesa.
Hay que dar tantos pasos para que no te olviden y aún así, recuerda, lo importante es caminar sin lastimar a nadie.
Continuará...
Y continuó.
Esa mañana lluviosa decidimos ir caminando desde Torla a Bujaruelo.
Solo caminando se recogen todos los detalles que la naturaleza regala.
Un puente medieval de un solo ojo por donde también caminaron peregrinos, lo que somos ahora. Vamos en busca de nuestra identidad.
Dejaríamos pasar el tiempo y al fin entraríamos en Francia, ¿recuerdas?
Qué pequeños e insignificantes somos en estos recónditos lugares.
Aquí se cierne sobre nuestras cabezas la eterna pregunta, ¿qué ocurrirá cuando muera?
Debí quedarme.
-"¡Quedaos!"
Debí seguir la línea desigual que emparenta el alma con la piedra, que descruza los destinos, que elimina la tristeza.
Debí quedarme como tejo, como haya, como río, como prado...Pero seguí mil caminos, ninguno consiguió devolverme a Ordesa.
Debí dejarme caer desde arriba, como torrente sin miedo, rompiendo el silencio del valle, desoyendo esa voz interior que hace de conciencia.
Un paso doblegado por el ímpetu de las lanzas de roca y agua, de esclavos libertados.
Vi que el mundo se llamaba Ordesa.
Comprendí que jamás podría abarcarlo.
A la vuelta, nos detuvimos en las ruinas de la ermita de San Nicolás y regresaron los ecos de peregrinos y sanjuanistas.
Y otro camino intentó devolvernos a Torla, aunque nos lo puso difícil, ya sabes, no quería que nos marchásemos.
No quería.
Y nos quedamos cada vez que vemos una fotografía. Nos roban una parte de nuestra vida, siempre es la mejor. Acertamos a recoger instantes que concluyen donde fuimos felices.
Continuará...
Encontré una reseña en un libro que trataba sobre la eternidad, esa llamada de atención se tradujo en el contínuo regreso a Ordesa.
Y ahora volvemos a caminar, esta vez hacia Santa Ana, a 1300 m. de altitud.
No conseguimos descifrar su dintel, quizás escrito al revés, invocando que el mundo se de la vuelta.
Se construyó la pequeña ermita en 1606 por la familia Viu. Aquí hubo población hasta finales del XIX.
Improvisamos "mesa y mantel" bajo el cartel de este sendero PR-HU 129.
Y fuimos ascendiendo, la niebla también.
Mientras, Torla se iba encogiendo incorporándose a la marea de montañas que verticalizan nuestras aspiraciones.
Las bordas, los prados, el ganado, los sueños...iban desertando de nuestra vista.
Y el preludio de lo que más tarde inevitablemente llegaría tomaba forma de niebla que alarga las distancias.
Y entre fuentes...
...y cascadas, el tiempo que compartimos se marchó dilatándose en el invisible campo donde la eternidad descansa.
Continuará...
Un largo y contínuo recorrido a través de la memoria nos reconduce, una y otra vez, a quellos lugares donde fuimos felices.
Mirando Torla y el Mondarruego cualquiera puede pensar que algo muere en nosotros cuando dejamos de recordar.
Se nos escapa la vida sin haber hecho ni una pequeña parte de aquello que pretendíamos desde la ilimitada imaginación de un niño.
Se nos escapa y no podemos salir corriendo tras él.
Como el Ara, altar para los romanos, calendario entre estaciones, años que pasan sin retorno.
Desde el camino viejo llegarás una y otra vez a Broto.
Buscando la casa que nunca ostentó tu apellido.
Remachando con las piedras del olvido la necesidad de creer que en algún momento pasado...
...en este desconcertante paso entre lo que fuiste y ahora eres...
...continúa resonando el eco de la palabra: ¡Quedaos!
Marzo 2012.
Fascinante y maravillosa esta nueva entrada que nos adentra en Ordesa y en su imponente y majestuosa presencia. También nos adentra en la nostalgia de tus deseos de volver siempre allí, o de haberte quedado. No me extraña. En estas cuantas fotografías, magníficas, y en las breves y bellísimas frases que las acompañan late también la fortaleza de tu espíritu, que, si se lo propone, puede llegar a atravesar esa cadena montañosa que orgullosa se alza y que tú bien defines como "infranqueable castillo de montañas". No sé si algún día volverás a Ordesa físicamente, pero creo que tu, no has dejado de vivir allí, porque los sueños a veces, son más fuertes que las realidades. Enhorabuena por esta primera parte de una entrada que emociona e impresiona igual que si nos asomáramos desde lo más alto de los picos y montes que conforman Ordesa. Tu literatura fluye como esas cascadas que nos muestras, con toda la fuerza que da la melancolía. ¡¡Un fuerte abrazo!!
ResponderEliminarDebí quedarme, siempre lo lamentaré. Muchas gracias por tu comentario y por estar ahí. Un abrazo.
EliminarRosa en esta entrada solo con leerla me a venido esa olor a tierra mojada en estos tiempos que corren sin ver una gota de agua, y en estas preciosa fotografía con solo ver esas cascada de agua y nieve nos hacen sentir un poco más a invierno y primavera, eso es lo que tiene estas tierras de Huesca esas cascadas que por desgracia cada vez las vemos menos en nuestra tierra, fenomenal muy bonita un abrazo.
ResponderEliminarFue una Semana Santa y recuerdo que el primer día abrimos los paraguas y ya después los dejamos de lado, no nos importaba nada mojarnos, el agua era parte del paisaje y sin saberlo, parte de nuestras vidas. Muchas gracias por tu comentario y por estar ahí. Un abrazo.
EliminarFelicidades por ser el día internacional del poeta tu nos haces sentirnos felices con tus entradas y no quería que se pasara el día sin felicitarte y me he acordado de nuestro amigo Antonio un beso al cielo para el también y un fuerte abrazo para ti.
ResponderEliminarGracias Paqui, acabo de escribir la segunda parte y he incluido unas estrofas de un bellísimo poema de Magdalena S. Blesa, va por Antonio y por toda la gente buena que va por ahí sin saberlo, va también por los poetas que remueven sensibilidades y por los que hacen todo lo posible porque el mundo sea mejor, un abrazo.
EliminarEl mundo va siendo mejor gracias a personas como tú Rosa que admiras las cosas pequeñas y por eso empiezan a ser grandes. Me alegro mucho de conocernos y espero que seamos grandes amigas y coincidir en muchas cosas. Un abrazo, siempre estaremos aquí.
ResponderEliminarCuando menos te lo esperas se cruza un ángel en tu camino. Muchas gracias por abrirme vuestra casa y vuestro corazón. Un abrazo a los dos.
EliminarQue sensaciones mas hermosas transmite un relato, cuando se escribe desde el alma!. Siempre me ha gustado la forma de escribir de esta reina de los sentimientos; pero últimamente,se vuelca tanto en sus relatos, que se le sale el corazón por los dedos.
ResponderEliminarDa a sus imágenes, tanta calidez,que hasta una montaña,hermosa si, pero desértica,nos puede dar la sensación de hogar en el que la vida seria de todo, menos triste y árida.
Los que te seguimos,esperamos de ti,que continúes dándonos esas dosis de paz y de belleza en estado puro,a las que nos tienes acostumbrados.
Si nos arrebatasen el sentimentalismo, ¿qué sería de nosotros?
EliminarGracias por verme como no soy, gracias por estar ahí. Un abrazo.
"Quedaos" dijo Ordesa, y lo hicisteis como las hojas que se unen a su tierra, guardadas en el mapa de su alma compartida con la vuestra. En otra vida tal vez seas un árbol, en esta aún te esperan caminos envidiosos de los que has transitado.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Gracias Antonio por tu amistad, por tu poesía sincera, por estar ahí. Un abrazo.
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