sábado, 25 de abril de 2020

LOS LIBROS QUE NUNCA LEÍ.






Nos conocimos, ¿recuerdas? en octubre.
Hasta que aprendiste a leer, era yo quien te leía cuentos que debido a tu hiperactividad acababas devorando a una velocidad endiablada. Agoté cada uno de los volúmenes de la extensa biblioteca del pueblo y, ante tu insistencia, no tuve más remedio que inventarme cuentos, uno y otro, algunas noches varios, no dormías, quizás no lo recuerdes, seis años sin dormir, pero ahí estabas como si el sueño se rehiciera como una rueda en tu interior sin previo aviso y a dosis muy bajas. Yo tampoco dormía, me hice insomne por una buena causa. 
Un buen día, aprendiste a leer, y nuestra casa fue liberando espacios libres para ocuparlos con montones de libros, todos te regalaban libros, y si alguna vez viajábamos a una ciudad, pocas veces, tomabas rumbo a las librerías y allí, pequeño e insignificante, te sentabas en una esquina, en el suelo y leías. 
Quizás no recuerdes que cada tarde salíamos a pasear y que tu juego favorito era que cada uno dijésemos una frase y de ahí naciera un relato; los míos, cortos, apocados, el trabajo me dejaba exhausta pero pasear contigo no lo habría cambiado por nada del mundo, y luego tu iniciabas tu turno y me dejabas con la boca abierta, eras Holmes, Marlowe, Poirot...pero también eras Verne, las más de las veces. Tus narraciones podían durar toda la caminata e incluso continuar ya en casa.
Pensé que serías escritor algún día, pero eso, tu y yo, sabemos que quedó relegado como otras tantas aficiones que tenías.
Mi tesoro, en casa, son tus novelas, tus relatos, tus comics, tus dibujos, redacciones, cualquier asunto de papel que iría conmigo a una isla desierta.
Hoy, hijo mío, tú allí tan lejos, confinado, yo aquí en el pueblo, siento la necesidad de hacer esta entrada como homenaje al libro, pero no a uno cualquiera, a todos aquellos que durante años has ido trayendo a casa contigo, de tus viajes, de tu búsqueda incansable.
Ni tan siquiera sé si nos volveremos a abrazar algun día, suena duro, suena machaconamente cada día, en cualquier hogar, en cualquier cabeza, nos suena más de lo acostumbrado, hablemos claro, tú tan lejos, tan extremadamente lejos, ¿no existía en la tierra otro confín más alejado? Como Julio Verne decidiste aventurarte en la ciencia.
Volveremos a vernos, quiero creer, y si no ocurriera, porque la vida ya no es esa secuencia de hace unos meses, recuerda, hijo mío, que aquí, en tu habitación, estos libros que ahora muestro al lector te siguen aguardando para que tú los leas por mí.



Los clásicos:
"El sombrero de tres picos"
de
D. Pedro A. de Alarcon.
1920.



Prefacio del autor:
"Pocos españoles, aun contando á los menos sabios y leídos, desconocerán la historieta vulgar que sirve de fundamento á la presente obrilla..."



Lo encontraste, como tantos otros, navegando por las librerías de Urueña, nuestra primera y última parada juntos antes de arribar al norte. Tan necesaria, tan fructífera, tan inolvidable.



"¡Quiero vivir!  A Dios voy 
y á Dios no se va muriendo
se va al oriente subiendo
por la breve noche de hoy.
De luz y de sombras soy
y quiero darme á las dos.
¡Quiero dejar de mí en pos
robusta y santa semilla
de esto que tengo de arcilla,
de esto que tengo de Dios!"

José María Gabriel y Galán.




Obras completas de Doña Concepción Arenal
"El visitador del pobre"
"...A lo largo de su vida y obra denunció la situación de las cárceles de hombres y mujeres, la miseria en las casas de salud o la mendicidad y la condición de la mujer en el siglo XIX..."




Las dedicatorias:
"Con entrañable afecto al amigo, con honda admiración al literato, con perenne gratitud al maestro y colaborador, rendidamente"
Luis M. Kleiser.



Las prácticas:
Gramática. O álgebra...Literatura en sílabas y números.



Los cuestionarios o comentarios de texto.
"El tiempo madura todas las cosas, ningún hombre nace sabio"
Cervantes.



El "librocuidado"
Por temor a dañar vuestras páginas, vuestros sensibles miembros, no quise repararos, confié en que el tiempo os dejaría malogrado en las formas, pero íntegro en la palabra.




Y ahora que os miro y admiro, como libro que nunca tuvo mi madre en sus manos. Me pregunto si me quedará tiempo para poder entresacar vuestros hilos. Hasta puede que me atreva a coseros.




"Comenzó a publicarse en Valladolid en 1941 como suplemento de la revista agrícola Ceres. Muy difundido en áreas rurales en el centro de la Península Ibérica, fue muy apreciado entre la gente del campo. Alternaba divulgación científica en secciones como "Astronomía y meteorología" o "Los cultivos y el clima de España" con información sobre ciclos solares, horas de luz y calendarios de siembra, pero nunca incluyó predicciones meteorológicas"
Gabinete de curiosidades impresas. Junta de Castilla y León.



Se me escapó el día 23, el trabajo no me lo permitió, pero he aquí que encuentro el homenaje debido, al día señalado, precisamente hoy 25 de abril.
"Por San Marcos, los garbanzos ni nacidos, ni en el saco..."



Buenos Aires. 1939.



Las firmas, las fechas.
Las impresiones pasan a ser expresiones cuando adquieres un libro.
Siempre la misma pregunta, ¿a quién perteneció?



Las tapas tapiadas.
¿De qué tratas?
¿Quién es tu autor?



La humedad del libro permanece.
"Infusion.
Se llama quando se echa agua caliente ú otro licor sobre alguna substancia vegetal ó animal dividida, y se dexa en quietud hasta que se enfrie, ó se pone por algunas horas á un calor muy lento"



Cuando vas perdiendo tus letras.
"Régimen municipal..."



Un título demasiado extenso.
Te editaron en 1914.




Aquellos libros de texto, de consulta, de aprendizaje.



Los subrayados, las anotaciones.
¿Aprobaste el examen?



Cuando no valorábamos lo que teníamos entre manos.



Pido disculpas en nombre de alguien a quien quiero mucho.



Los libritos.



No pasé de la primera hoja, lo confieso.




Los libros religiosos, manuales de acercamiento a Dios.



Entre las hojas, felices hallazgos, los recordatorios de la primera comunión de alguien que no conocí.



Las palabras tienen ojos.
Creo que algunas marcas o señales son pistas para avezados lectores. También cuando acabo un libro, aunque están en mi librerías seguros, me pregunto si alguna vez tomarán rumbo a otra parte, a otro hogar.
Aunque mi hijo me prometa que nunca se desprenderá de ellos.



Algunos libros son como algunas personas, que nadie se fija en ellas y sin embargo tienen un valor incalculable.



Sí, fui yo quien te repintajeó, lo hacía de chiquita, siempre estaba pintado. Lo siento mucho.



¿Y qué decir de los tratados, de ese inmenso catálogo en el que poder inmiscuirnos sin temor a no ser defraudados?
Los razonamientos tienen una base, y están aquí ya impresos, remontemos el vuelo y cojamos la salida, no a la mitad de la carrera, por favor, al principio.



Los apuntes, se quedaron contigo, donde mejor acogidos se sentían.



¿Quién no ha pintado entre medias de un pesado estudio para distraer la cabeza de tanto número, de tanta fórmula?



Algunos de vosotros llegásteis a casa porque mi hijo al abriros vio el alma de los lectores en forma de cuartillas, sobres, apuntes, notas, hojas de calendario, recetas...en fin, un largo catálogo de finas hojas que se colaron entre las vuestras para añadir valor, ese valor que solo sabe dar el lector para que otro, pasado un tiempo, se emocionara con vuestro hallazgo y tomase conexión con el lector inquieto. 
Los libros son la vía de comunicación entre los lectores, los que están, los que se fueron, para así continuar con la tradición, nunca un libro perdido, apartado de su vocación de ser leído.



Hijo mío me trajiste este libro por el tesoro que llevaba dentro. Desplegabas los mapas de su interior con tanta delicadeza. 
"Madre no los muevas de página, déjalos tal como están"



A ti también te hablaban los libros, lo supe cuando vi la emoción en tus ojos. Te los habrías llevado todos a casa.



Por eso guardo tus apuntes.
El tiempo transcurrirá irremisiblemente y alguien hallará lo que escribías y puede que para ese alguien el hallazgo sea también un tesoro. Y habré pensado ahora, imaginándolo, que el sentimentalismo aún subyace en nosotros.



Y qué me dices de aquellos libros que parecen haber sido cuidados por unas manos amigables, por un lector enamorado.



Abril, seguimos estando en abril.



Y sigo pensando en mis padres que apenas pudieron ir a la escuela, en los abuelos que firmaban con el dedo. Pienso en ellos como niños inquietos sin un libro en la mano y aún así los veo acunándolos con cariño.



"En algún lugar de un libro hay una frase esperándonos para darle un sentido a la existencia"
Cervantes.



Visioné la película "La carta final" después de haber pensado en lo que ahora veis, las casualidades se van encadenando para así forzar que sigan su camino, se perderían como eslabones sueltos en una cadena si no cogiéramos los testigos de otros.
Hubo un tiempo que pensé ser librera y así recoger todos aquellos libros que precisaran cuidados, también pensé ser florista, o ambas tareas a la vez y por qué no un café, una tertulia, unos cuadros en las paredes de algun autor para darle a conocer, música de fondo...



Podréis ver la película y comprender la relación que se establece entre esa escritora amante de las ediciones antiguas, americana, y el librero, inglés, Anthony Hopkins genial como acostumbra,  y esa satisfacción por poder conseguirle lo que desea. Ella, encarnada maravillosamente por Anne Bancroft, intentará conocerlo pero para cuando sea posible, el habrá fallecido. Serán veinte años de correspondencia epistolar, una valiosa amistad impresa.
Tras una gran película casi siempre hay un gran libro, en este caso se llama:"84 Charing Cross Road" de Helene Hanff. El título es la dirección de la librería en Londres.




Y es ahí donde se hace grande la relación que mantenemos con estas joyas, libros antiguos con señuelos, con pistas dejadas por otros, para poder conectar con ellos. No es tarea fácil, es una forma de devolverle la vida al libro que hasta ahora está latente y solo necesita las manos adecuadas, el entendimiento, la línea del corazón, un pensamiento semejante.



Los nombres, en los mapas, en las calles, en las plazas, en las cuartillas...Los nombres de los que se han ido, de los que se irán. Dejemos los nombres escritos.



Y cada cosa en su sitio. Gracias.



Cierro contigo porque he leído otras veces a Pemán.
Podría haberlo hecho con cualquier otro de los que aquí no saldrán y sois muchos, pero tú posees algo especial...



...tu reseña.
Aunque con retraso, felicidades.
A mi hijo, en el ejercicio de conservar la lectura.


16 comentarios:

  1. Si decidieras cerrar con esta entrada este blog, (ojalá nunca lo hagas), seria el broche de oro para tanta belleza como a lo largo de estos cuatro años nos has traido a casa.
    Seria una oda, un canto a la ternura, porque toda ella destila esa ternura que pocas personas pueden transmitir en unas pocas lineas.
    Que bonito homenaje a los libros,los protagonistas de nuestras vidas y las de los que nos precedieron a lo largo de los siglos. Que hermoso es ese mimo y ese respeto que sientes por las letras encuadernadas en formatos sencillos sabiendo que en su interior,están los mejores recuerdos de nuestras vidas,y en algunos casos, de las vidas que han sido, o son ,importantes para nosotros.
    Me considero un poco Diógenes, y también guardo reliquias de hace un par de siglos,la temática no me interesa mucho, pero si es cierto,que no hay ningún libro que no te aporte alguna en enseñanza,y en este caso algo me enseñaron, pero en realidad los guardo por respeto a las personas que los cuidaron e hicieron que llegaran hasta mí.

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    1. Poco me queda añadir, lo has dicho todo y coincidimos, porque somos lectoras y somos sentimentales, y el respeto hacia los libros y hacia quienes los cuidaron es el tema no solo de la entrada, es de cada día, cada tarde, cada noche, que celebramos al libro retomando su lectura. Echaba de menos leerte, es como un libro que escribes con tus impresiones y reflexiones, muchas gracias.

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  2. Cuando la sensibilidad se engarza a los recuerdos, nacen obras de arte, tesoros literarios transidos de la luz de las anécdotas y de las experiencias que marcaron, con la emoción de esos instantes inolvidables, nuestra juventud y nuestra vida. Es lo que acabas de hacer, Rosa. Has plasmado una historia bellísima con la memoria de los libros. ¿Quién no ha guardado entre las páginas de un libro una hoja de laurel, unos pétalos de rosa, una carta de amor nunca entregada, un jirón de papel de estraza con unos nombres, una fecha y quizá un corazón, una fotografía en blanco y negro que marcó algún momento de nuestra existencia... Los lbros y la memoria, excelsa conjunción. Enhorabuena, amiga.

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    1. Antes, cuando no teníamos marcapáginas, hacíamos al uso, como bien dices, cualquier delicada superficie, llámesele pétalo, hojas de calendario...Quizás los que más me haya encontrado sean los recuerdos de comunión, esas estampas que coleccionaba de pequeña. Solo he mostrado una pequeña parte de los libros que tengo en casa, curiosamente no estaban todos juntos, como sospechaba, pensarás que debo perderme como en una biblioteca por los pasillos de una enorme casa, nada más lejos de la realidad, es solo que hace tiempo que los numerosos estantes se encuentran a rebosar, así que los guardo también en cajas, arcas, están sobre las mesas como torres de Babel, sí, a veces tropiezo pero nunca se caen, los cuido, y es que, entre tanto libro, lo mejor que te puede ocurrir una mañana es encontrarte con uno que desconocías tenerlo, y eso unido a mi desmemoria hace que estos hallazgos sean lo mejor de cada día. Dedicarles una entrada es poco, seguiré dedicándoles parte de mi vida, muchas gracias.

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  3. Todas tus entradas son un pequeño tesoro pero esta desprende un olor distinto al resto. Huele al paso del tiempo, a ciencia y,sobre todo, a un amor compartido por los cuerpos de papel. Enhorabuena por tener esa suerte. Un abrazo

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    1. Creo que cada cual guarda en casa todo tipo de recuerdos y que los libros, los que hemos ido heredando, los que han ido quedándose tras ser adquiridos, nuevos o de segunda mano, los que fueron un regalo...todos, sin excepción, no les afecta el paso del tiempo, quedan enriquecidos por las atenciones del lector. Gracias, Antonio, porque no olvido que tus libros forman parte de ese entrañable catálogo.

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  4. Me has dejado sin palabras, hablando de estas reliquias porque para mí estos libros son reliquias, parece como si tú entrada hablando de cada uno de ellos, no hablabas tú hablaba tu corazón, tu alma sincera, en el fondo todos tenemos nuestros recuerdos, y en este caso tú has demostrado los tuyos preciosos,un poco se me ha encogido el corazón dedicarle algunas palabras a tu hijo, muy bonito recordar los recuerdos vividos, será porque las dos tenemos algo en común, mucha fuerza preciosa entrada, un fuerte abrazo.

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    1. Como nuestros hijos están lejos acabamos aferrándonos a sus recuerdos, a lo que permanece en sus habitaciones que están tal como las dejaron, esperando su retorno, gracias Paqui.

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  5. ¡¡¡Gracias Rosa por tu amistad y tus escritos, tus buenos escritos!!! Para mí, que no sólo fui huérfano de madre -y en cierto sentido de padre, por sus intempestivas obligaciones laborales-, que también lo fui de libros, esta entrada es un bello dardo al corazón. Ahora los tengo a cientos, con anotaciones, con entradas de cine o metro... o con una impagada factura, con servilletas escritas en un momento memorable, viejos, mojados en vino o en café, descuadernados, cosidos con alambre... pero todos leídos y recordados. Una magnífica entrada que acoge en su seno una parte entrañable de la historia de tu familia, de tu hijo... y de tantos y tantos que han dejado su huella en esas páginas, una parte de sus vidas que a veces entendemos y otras -una de las cosas más bellas que la humanidad posee- las imaginamos, las soñamos. ¡¡¡Gracias Rosa por rozarnos el corazón!!!

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    1. Ahí me llevas mucho la delantera, los leíste y además los recuerdas. Nunca he conocido a nadie que se despojara de recuerdos, todos somos coleccionistas de algo en particular, siempre pensé que guardaría relación con esa negativa a crecer, que irremediablemente ocurre y que, gracias a esto que nos encoge el corazón, podemos revivir aquellos años pasados. Muchas gracias por este comentario donde has dejado tanta sensibilidad.

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  6. Buenos días amiga Rosa, acabo de leer tu nueva entrada: “LOS LIBROS QUE NUNCA LEÍ”, así como los comentarios que te han hecho varios lectores al respecto, y te diré que en esta ocasión me perdonas que yo no te escriba nada. Bien sabes que a lo largo de mi vida he estudiado mucho, pero leído muy poco, y por consiguiente no tengo la cultura y la sensibilidad necesaria para poder comentar nada. Que le voy hacer. Es paradójico que mi mujer y mis hijas, incluidos mis nietos, si tienen inculcada desde pequeños la afición a la lectura, en cambio yo, por razones que no vienen al caso, nunca la he tenido, ni me la han fomentado, y a estas alturas de la vida ya es imposible. Enhorabuena por todo lo que escribes, y !como lo escribes!, de nuevo te pido disculpas por no saber que contestarte. Buen día desde las tierras, tu tierra, del Santo Reino, tu amigo Miguel.

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    1. Cuando he visto que escribías solo seis renglones sí que me he percatado que estabas muy parco en palabras, en fin, menos mal que nos conocemos y tiendes a hablar al revés. Gracias por contar tur experiencias con la lectura y tu familia, un abrazo, amigo.

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  7. Rosa, nuevamente nos conmueves con esta nueva entrada, donde la bella melancolía que normalmente campea por tus escritos, se hace más presente. Es de lo más bonito que has publicado y también de lo más emotivo. Qué te voy a decir, que para mí también esta entrada resulta muy especial, en tanto y cuanto, a través de los libros, esos que no leíste, nos abres las puertas a una hermosa historia: la protagonizada por ti y por tu hijo, y lo haces con esa delicadeza y sensibilidad que te caracteriza. Un fuerte abrazo y continúa con estos textos maravillosos, con los que disfrutamos tanto los que te seguimos. Enhorabuena!!

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    1. Es algo común a todos, Juan, compartimos amistad y querencia por los libros, qué más se puede pedir, gracias.

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  8. Deliciosa entrada, que entremezcla nostalgia y tesoros de papel. Cuántos recuerdos guardan los libros.

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    1. Le agradezco su comentario. Los libros son nuestros más fieles compañeros, no entiendo la vida sin lectura, gracias.

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