domingo, 29 de abril de 2018

EL JARDÍN DE CUEVA NEGRA, VILLAPALACIOS. ALBACETE.



Jardines que se escapan fuera de muros y cancelas, jardines que ya descuidados toman el nombre de bosques. La maleza tapa, ocluye las canales de riego, las balsas yacen vacías, el agua escapa por donde le es más fácil. 
Cuántas vidas habrán albergado los recónditos rincones, hoy meandros de huertas y olivares, que juegan a estremecer al visitante con la advertencia de que nada es efímero si se salvaguarda en el corazón.
Entrar a formar parte de este viaje puede ocasionar cierta confusión, al fin y al cabo, nada conserva ese toque de certeza que nos impele a creer que llevamos toda la razón.
Puede que huyendo de las apariencias podamos aceptar nuestra vulnerabilidad.
Un camino diferente, una propuesta para hoy.






Corrían los años, corrían nuestros días...Hubiese preferido ser cañaveral.







O quizás aprendiz de río.






Acabar dilatándome como playa sin mareas.






O en un campo de enebros, mirar al horizonte .





O puede que ya con la categoría añadida de baños históricos, dejarme llevar por la añoranza de lo que se pierde inequívocamente por ese paso endiablado de años que no perdonan.








Desde la lejanía puedo reconocerme como los famosos Baños del Relumbrar.







Mis hojas confunden a los que me creen encinas.








Pero mi corteza es mi seña de identidad, soy un alcornoque.







Pero más a menudo de lo que yo quisiera, cobro la identidad del camino, desde arriba, desde estos oteros magníficos dejo de ser baños y paso a enamorarme de  la Sierra del Relumbrar y entre encinas, jaras, robles...






...me gusta que os encontréis con los abundantes madroños.







Y cómo no, con aquellas plantas a las que voy buscándole su nombre..,como ésta.





O como ésta otra.







Roble soy, por si no te acordabas.







Sígueme y te conduciré a Los Pizorros.






Mientras tanto ejerzo de mirador hacia las montañas que envuelven a Villapalacios.







Qué penoso resulta ser carretera aunque poco transitada, los pies que me prueban suelen quejarse, no así los ojos.







Ser canchal desequilibra a cualquiera.





Aquí puedes quedarte, si vienes en coche y has optado por no ver lo que te he mostrado. Inicia el camino desde este enclave y déjate llevar por el encanto de lo que vas a admirar a partir de ahora.







Cada año repito ser el mismo camino. Son las mismas nubes las que me acompañan...







He de cumplir algo semejante a un ritual,  puede que mis genes hayan heredado esa imperiosa necesidad de regresar, de hacerlo de múltiples maneras, porque para esquivar al tiempo es mejor transformarse.






Nos vamos haciendo viejos. Acusas el abandono, el que tu y yo entendemos y compartimos.







Solo que tu manas y yo, sin embargo,  estoy seco...






Pero mientras tanto dejémonos llevar por la compañía.






De los dos mana una misma herida. Dejamos escapar nuestra salud.






Ahora paso a ser  la tarde que te visita.





La mirada hacia atrás que se empapa de nostalgia.






El inverosímil descanso entre piedras atomizadas que respetan nuestro asiento.








Las piedras, guerreros vencidos, nos rodean. No existe el miedo cuando dejas de hacerlo crecer.







La doble senda que te precisa a elegir. 
Cómo si el día fuese a concluir pronto.







Déjame que te dé un consejo. Déjate llevar y mira siempre hacia el frente, que nada desvíe tu atención.







He dicho nada.





Se puede vivir dentro de la ficción. A veces precisamos escapar al abrigo de cuevas.






Siento que es lo más parecido a regresar al regazo de una madre.






La amargura va despojándose de sus ataduras,  las heridas van cerrándose.






La herida ya no duele.






La estación cambia, los relojes se detienen, el pulso se altera.





La roca te habla.






Mientras tanto la vida crece ajena a todos.







Y cuando acabas o éso piensas, debes decidir si escapas o te quedas dentro. Si huyes o te liberas.








La decisión que tomes será solo tuya. Piensa que el mundo ahí fuera seguirá dando tumbos, podrás unirte a esa rueda de días con noches, de tiempos que pasan sin cálculo ni aprendizaje, de ver la vida pasar.








Acabarás por pensar que todo es mucho más fácil, que a estos lugares se viene a escuchar. 








Cuando acabes de recoger tus pensamientos,  no olvides acercarte al cortijo de la Cueva.





Verás junto a él a un enorme pino. Te hará pensar en los que allí vivieron y el porqué eligieron este árbol como compañía.







Y de nuevo, adaptándome al terreno, fuera ya de la influencia de la roca madre, paso a ser una vieja cuadra para el ganado.






O la firme era donde se trillaba.






Si miras a mi izquierda puedes comprobar que estamos rodeados de elevados montes.





Mi casa, tu casa...te espera.





Casas de puertas abiertas para dejar que entren y salgan los recuerdos.







"Papá no sé si te acuerdas,
mis ojos tendrían por aquel entonces
la misma estatura que tenía la mesa,
y mi naricita, a modo de gancho,
se agarraba a ella, para ver qué hacían
tus manos grandotas, nobles, preocupadas
porque no atinaban a cuadrar las cuentas.






Tus manos cansadas, tus manos honestas
que se desvelaban, en la noche oscura
y después rendidas sobre tu barriga, dormían la siesta.
Papá, mis ojos crecieron, mis ojos ya alcanzan
tu frente serena y siempre que puedo
te miro las manos y sé que empujaste mi vida con ellas
y sé que durmieron lo menos posible
y sé que sembraron mi trozo de tierra.






Y sé que espantaron a todas las brujas
que había en mi cuarto,
cuando aterrizaban sobre mi cabeza.
Papá, tengo sueño,
y allí que acudían
tus manos de seda.
Papá, tengo frío, y entonces
subían por una escalera
a quitar las nubes que habían en el cielo
y el sol calentaba mi cara pequeña.






Hoy vengo a rendirme delante de ellas
y vengo a llenarles las cuencas de trigo,
aquel que sembraron para mi cosecha.
Vengo a resolverles un par de ecuaciones
que no les cuadraban sobre aquella mesa,
y vengo a decirles que aún las echo en falta
en noches oscuras para que me duerman"


Magdalena Sánchez Blesa.






El duelo de una casa abierta no se recompone jamás.
Apresúrate, la tarde cae, las piedras yacen inertes en el camino, sembradas como el trigo que ya nunca se ha de ablentar.





Hoy quedamos como restos de un naufragio los muros bien formados, los frutales...







Donde ya no crecen patatas, la tierra siembra piedras.





Mientras te miro especulo con los nombres que podría darte, la duda no siempre aviva el ingenio.





Cuando quiero ser sol te regalo esa imagen dilatada, que llena la vista de enérgica dulzura.





Y acabo siendo pobre por el hambre que siento de nostálgicas primaveras.






Siempre reconoceremos que cada árbol fue plantado por su utilidad, el almez lo tiene todo, buena sombra, su madera es útil para fabricar utensilios, como las horcas; sus ramas servían para alimentar al ganado, y sus dulces eran comestibles.
La vida avanza pero no retrocede, ha olvidado mirar hacia atrás.





Más restos del sistema de canalización de huertas que daban frutos a las familias que aquí vivieron.







Pero este paraje es sobre todo un gran jardín donde pueden crecer jacintos, rosales silvestres...






Manzanos, arces, romeros, mejorana, tomillo...






Un jardín elegantemente descuidado.
En algún momento he dejado de serlo y me he vuelto palabra que corre deprisa a ocupar espacios antes vacíos.
He dejado de adquirir la forma de lo que veo, quizás porque dentro de cada uno hay una parte de un todo. Unas veces escapa para hablarnos; otras, se acomoda en nuestro interior.







Un jardín que profesa la memoria de la resignación del tiempo detenido.





De bellos encuadres. Jardín que es laberinto de bosques y piedras.





La "vinca minor" tiene cierta querencia por lugares abandonados. Allí donde ya partieron sus dueños, ella se acomoda para recordarnos que de lo que hubo, siempre queda.






Pero si hay algún árbol que llama poderosamente la atención entre el resto, ese es el roble.







Impresionantes siempre por su envergadura, por su colorido otoñal, por ese magia que transmiten.






Abajo, otro cortijo viene a decirnos que esta zona fue un lugar más, por supuesto especial, donde las familias subsistían gracias al agua, a la tierra y a la ganadería.






Me ocupo a menudo en situarme en el puesto de otros, en ver lo que otros vieron, en detener la vulnerabilidad de los recuerdos.





Hoy los tejados hundidos muestran esas paredes donde nunca hubo escasez de roca.






Por detrás, junto a un arroyo, otro grupo de enormes robles se cierran en banda.






Pero también hay olivares que ascienden las laderas.






Otra área recreativa, todo dentro de este paraje conocido por Cueva Negra. Otro pedazito de bosque interior para recorrer con los sentidos.






Para disputar las horas perdidas conversando.





Para dejarse llevar por los nombres de todo aquello que aquí nos rodea: Hoya Quemada, La Peraleja, Los Navazos, Cerro Alto, Cerro de la Cueva, Haza de San Ignacio...






En la lejanía los montes se dejan abrazar por los últimos rayos de sol.







Y es ahora cuando veo desde aquí que la cueva esconde en su interior ese otro mundo donde no nos está permitido quedarnos. 






Donde aún no hemos aprendido a andar.





Marzo 2018.



A Enriqueta por descubrirme a Magdalena Sánchez Blesa y esa poesía que nace de muy dentro, como si fuese una cueva que lleva en su interior. Gracias.






12 comentarios:

  1. Es un gusto pasearse por estos paisajes de poesía. Cada imagen, un verso, cada paso, un sentimiento escondido.

    Gracias, Rosa Cruz

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    1. Pocos paisajes hay que no induzcan a inspirar poesía, éste en particular sorprende desde todos sus rincones. Siempre, desde mi primera visita, me pareció uno de esos lugares mágicos que renuevan el espíritu y refuerzan el ánimo. Luego el día acompañó con esa luz velada que a veces levantaba el vuelo para deslumbrar con una naturaleza tan especial. La visita fue en Jueves Santo, tan lejos y tan cerca de lo que ese día representa. Muchas gracias por su comentario, un saludo.

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  2. De nuevo unes la poesía a tus pasos y, tal vez sin darte cuenta, has creado tu propio poema porque si unes la mayoría de los pies de tus fotos en estrofas puedes ver que lo has conseguido.

    Un abrazo.

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    1. Esas cuestiones son fáciles para ti, creador de versos, yo sólo iba añadiendo a cada imagen lo que me sugería, lo que habitualmente hago. Dejo ahí las fotografías colocadas y espero el momento oportuno para que ellas me indiquen su camino, a veces va paralelo al mío; otras, esquivo, se adentra por ese sendero donde confluyen las dudas, los temores, las preocupaciones. Escribir es una interesante forma de liberarlas. Muchas gracias, un abrazo.

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  3. Otra entrada para el recuerdo Rosa como es en este caso por tierras de villapalacio,entre cortijos abandonados,alcornoques, robles y piedras nunca nejor dicho, como dices en tú titulo del blog,cuantas palabras escritas unas veces en versos, poemas he imaginacion,caminos recorridos, muchas horas andantes y para no a largarme mas, contigo no hay quien pueda me encanta un abrazo.

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    1. Gracias Paqui, al final me decidí por darle título de jardín, aunque sea un bosque, porque en ese descuido aparente que sugiere hay un orden que aún prevalece. Es un lugar maravilloso y cercano, anótalo porque merece más de una visita. Un abrazo.

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  4. Cuando se descubre a alguien tan extraordinario como esta poeta de patios,como ella misma se define,es un pecado, no compartir el descubrimiento y darla a conocer ,en la medida de nuestras posibilidades.Es por eso que te agradezco en el alma, que hayas incorporado a tu maravillosa y poética entrada,uno de sus bellísimos trabajos.
    Sé que no lo haces para que tu propuesta de esta semana luzca mas,tú te bastas y sobras para hacer poesía cualquier relato; y tú, como cualquier persona que se encuentre con Magdalena Sanchez Blesa,se introduzca en su obra,su humanidad,las lecciones de vida que transmite,y que pretende dejar como legado al mundo;no te podias quedar indiferente,y has optado por incluir esta pequeña pincelada suya,como una especie de cadena de transmisión para darla a conocer en tu pequeño-gran circulo.
    Parece que soy su representante, pero no;no lo soy,es solo que los que pensamos que un mundo mejor hace falta y es posible;el conocer personas de este calibre,nos reafirma en nuestra idea y nos venimos arriba.
    Gracias por la dedicatoria.

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    1. A todo ésto le llamo yo intercambio. Cada uno ofrecemos nuestra pequeña "parcela", allí donde trabajamos con los recursos que tenemos. Aquí siempre habrá cabida para las palabras, en verso o en prosa, de aquellos que tienen sensibilidad. Que a ella llegue Magdalena a la cual no habría conocido sin tu aportación, sabes que vivo ajena a las redes sociales, me hace pensar que me habría perdido, como bien dices, sus lecciones de vida. "Instrucciones para mis hijos" es como un himno a los valores que intentamos inculcar, escucharla te hiere en esa grieta donde reconozco que he caido. Hacen faltan muchas "Magdalenas", mujeres y hombres en los que reflejarnos mientras los leemos y al concluir su relato que la semilla germine en nosotros y que nunca dejemos de regarla. Buena gente siempre habrá, ya sabes que nuestro problema, el tuyo no, es que la velocidad que imprimimos a la vida interrumpe el descanso, ése donde poder sentarse a escuchar y a compartir.
      Qué continúe por siempre nuestra amistad y sigue con tu intensa labor de emocionar con tus descubrimientos. Un abrazo.

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  5. La melancolía aliada con la belleza nos atrapa casi desde el principio, casi desde que ponemos los ojos en la introducción, que nos lleva a un viaje fascinante que nos traslada desde el sillón de nuestra casa al Jardín de Cueva Negra. Tienes la habilidad de hacernos vivir con tu prosa poética todas las emociones que traes contigo de tus viajes, y eso es impagable. Recorrer los caminos que nos planteas no sería lo mismo sin sentirnos acompañados por tus relatos, por tu poético testimonio de lugares de gran belleza, unos más lejanos, otros, tan cercanos, que pesa el no haberlos visitado. Muchas gracias por esta maravillosa guía de viajes que nos ofreces, por la belleza de tu literatura, que se funde con la fotografía y que nos deja el poso y la inquietud de querer visitar las rutas que nos propones. Un abrazo.

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    1. Amigo mío, la melancolía de los paisajes que visito es la mía propia. Benedetti, siempre conmigo, escribió: "Somos tristeza, por éso la alegría es una hazaña"
      Muchas gracias por tu comentario. Un abrazo.

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  6. Belleza de las palabras, del pensamiento y del alma.
    Graciassssssssssss

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    1. La belleza de lo que vemos, mejor, de cómo lo vemos; el pensamiento que nos entrega y el alma, lo que buscamos. Muchas gracias.

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